viernes, 16 de marzo de 2018

FRANZ FERDINAND - ALWAYS ASCENDING

Tras la partida de uno de sus fundadores, Nick McCarthy, la banda de Glasgow se tomó más de un año para reaparecer con su nueva configuración, convertida ahora en un quinteto que, además de los históricos Alex Kapranos (vocalista), Paul Thomson (batería) y Bob Hardy (bajo), ahora completan Dino Bardot (guitarra) y Julian Corrie (teclados, sintetizadores). 

Entre medio, y antes de entrar a grabar este nuevo disco, protestaron con una canción contra Donald Trump (‘Demagogue’), expresaron su desacuerdo con la política que está llevando a cabo la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, y su carismático cantante ha declarado su total desacuerdo con el Brexit. De esta manera, “Always Ascending” se transforma en un álbum en el cual reinventan su sonido garage (y de eso que se llamó post punk revival de principio de siglo), además de inyectarle cierto matiz de inconformidad política a canciones hechas para la pista de baile.

Sin mucha especulación, el quinto disco de los escoceses parte con la canción homónima. El también primer single tiene una introducción enigmática, con piano, coros y la voz de crooner alternativo de Kapranos, que recién cerca de los dos minutos aparecen esas guitarras funky con las que la banda se abrió paso en el panorama del indie rock hace más de una década. Eso sí, estos riffs en un segundo plano y descansando en una cama de beats. Este es un dato relevante, porque la banda desde este primer tema –con su partida en cámara lenta– quiere hacer notar su giro de timón sonoro, uno que comenzó a masticarse en 2015 tras la publicación de “FFS”, un EP colaborativo con los veteranos Sparks que activó las inquietudes electrónicas que brotan a destajo en esta nueva placa.

Los escoceses decidieron acercarse al sonido retrofuturista en clave Giorgio Moroder, en un gesto empapado de matices oscuros y complejos, pero extrañamente adictivo, que renueva su sonido, en una propuesta que es mucho más que mero maquillaje digital. ‘Lazy Boy’, ‘Glimpse of Love’, y ‘Feel the Love Go’ (con un saxo que va aullando en medio de una pista de EDM) son canciones que coquetean con su clásico sonido divertido y repetitivo (gracias, Talking Heads) y en donde evidencian tanto su espíritu moderno como su conocida forma de administrar su efectivo pulso dinámico de siempre, con el típico estallido ganchero a la ‘Take Me Out’, sólo que con un burbujeo de sintetizadores sacándole el protagonismo a las guitarras.

Estas nítidas melodías fueron guiadas por Philippe Czdar, productor que le ha sacado trote y sonidos electrónicos a bandas como Phoenix, Two Door Cinema Club y The Rapture, aunque la banda ha mencionado recalcar que este cambio de piel aún mantiene el oficio vintage con los que partieron. “Todo lo electrónico que se escucha en el disco es manual: también los sintetizadores están manejados a mano, no hay nada programado”, han recalcado en entrevistas. También, este disco encara ciertos reclamos propios de su generación (y su entorno). El tinte político de ‘Huck and Jim’ hace patente la crítica hacia el NHS, el sistema sanitario público del Reino Unido, que también es continuamente motivo de disputa entre los británicos. ‘Paper Cages’ también puede entenderse con un tono social, poniendo a Kapranos como portavoz y animando a abandonar las “jaulas de papel”.

Con “Always Ascending”, Franz Ferdinand muestra que todavía saben cómo hacer para que el público sienta la necesidad de moverse. Tal vez, nadie se esperaba un álbum tan inteligentemente misterioso y refinado a estas alturas de su carrera, y ese es su mayor atractivo: atreverse a un cambio sin abandonar su espíritu. No son la misma banda de hace casi dos décadas, pero en estas nuevas diez canciones, demuestran seguridad e intención, sin perder masividad ni onda. De alguna forma, es su mejor manera para combatir los tiempos “tediosos, aburridos y peligrosos” que han proclamado.



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