No deja de ser sorprendente y gratificante a la vez, el comprobar que una banda legendaria con cuatro décadas de dilatada trayectoria como Foreigner, todavía sea capaz de poner sobre un escenario una clase y una categoría simplemente catedrática.
Grabado durante dos shows en Lucerna, Suiza junto a una orquesta sinfónica de más de 40 músicos, la batería de éxitos indelebles que la banda ha patentado desde 1977 a la fecha, suenan renovados y en una completa nueva dimensión, gracias al perfecto ensamble que ambas unidades musicales logran. Por una parte la orquesta bajo la dirección del maestro Ernst Van Tiel, con los arreglos clásicos de Dave Eggar y Chuck Palmer, y por otro lado la banda, que comandados por el líder y miembro fundador, el guitarrista británico Mick Jones, suena realmente atronadora, donde mucho tienen que ver el gran vocalista y tremendo frontman Kelly Hansen (ex Hurricane), una base rítmica ajustadísima y contundente con Chris Frazier (Steve Vai, Whitesnake) en batería y Jeff Pilson (Dokken, Dio) en bajo y coros. Junto a ellos, el multifacético Tom Gimbel en saxofón, flauta y guitarra rítmica, Michael Bluestein en teclados y Bruce Watson en guitarra solista, para conformar un septeto de lujo de auténtico Hard Rock y muy lejos de esa etiqueta errónea de AOR (Adult Oriented Rock), con la que se encasilló a la banda en los ochentas debido a sus célebres baladas.
La apertura coral de ‘Overture’ sitúa al oyente en el contexto magnánimo y grandilocuente que significa ver y escuchar a una orquesta clásica, para luego enganchar con total naturalidad con una inmensa ‘Blue Monday, Blue Day’ que pone de manifiesto la gran calidad de la producción, dotada con un audio limpio, lleno de matices y un amplio rango dinámico que permite disfrutar del más mínimo detalle tanto de los instrumentos de la banda, como de la orquesta. El balance del concierto está muy bien logrado y equilibrado, siendo en algunos temas la banda la protagónica con un sonido rockero bien al frente, caso de las contundentes ‘Cold As Ice’, ‘Double Vision’ y ‘Urgent, por ejemplo, mientras que en otros cortes, la orquesta con todas sus sutilezas, emotivas armonías corales y fabulosos arreglos se apodera de los temas como en ‘Waiting For a Girl Like You’, una gigantesca ‘That Was Yesterday’, la épica ‘Starrider’, y la masivamente coreada ‘I Want To Know What Love Is’.
Pero la magia y las sorpresas no se detienen ahí, porque el show también ofrece espacios para un tema con un gran tratamiento acústico como ‘Say You Will’ y también para la improvisación en una extensa jam en ‘Juke Box Hero’ donde Kelly Hansen demuestra que su voz está en perfectas condiciones sosteniendo unos agudos imposibles durante largos segundos. Incluso canciones más recientes, que aún no logran la categoría de “clásicos” como ‘When It Comes To Love’ y ‘Fool For You Anyway’, en vivo suenan como si lo fueran, y quizás ahí radica el mayor mérito de este proyecto y de este disco, darle nueva vida a canciones que han estado en el inconsciente colectivo de cuatro generaciones a la fecha.
Foreigner nos sigue demostrando entonces, en una realidad dolorosa por cierto, que esas grandes bandas legendarias, esos dinosaurios mastodónicos de la historia del Rock, son lisa y llanamente irreemplazables e insustituibles, y cuando llegue el momento del ocaso, quedarán esos nostálgicos recuerdos, donde esa manida frase cobrará vida una vez más: todo tiempo pasado fue mejor. Por ello, si los rumores que indican que la banda volverá a Sudamérica presentando su tour de 40 aniversario, será la oportunidad de perpetuar esos recuerdos para la eternidad con un show imperdible.
Por Cristián Pavez.
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