martes, 18 de septiembre de 2018

INTERPOL - MARAUDER

La generación neoyorkina que estableció las reglas del juego a principios del 2000 siempre será recordada por el terremoto que provocaron con esos primeros discos que le dieron tiraje al rock durante toda esa década. De cierta manera, la gira de aniversario del seminal “Turn on the Bright Lights” (2002) trajo de vuelta el espíritu de esos días para Interpol, ya que esta experiencia les permitió mirarse en el espejo, ver cuánto habían cambiado y volver al estudio con la energía del directo como idea central.

Ese es el perfil de “Marauder” (2018), un registro que convive con la tensión entre evolución y nostalgia en todos sus frentes y que le da continuidad a esta segunda etapa que comenzó con la partida del bajista Carlos Dengler y se materializó en “El Pintor” (2014), período en el que tuvieron que ajustar sus piezas para volver como trío. Con más confianza en esta estructura, sus composiciones se construyen desde una óptica orgánica que logra resultados dispares debido a ciertas decisiones arriesgadas en la producción de Dave Fridmann (OK Go, Tame Impala, Spoon, entre otros), cuya mezcla en las baterías de ῾Stay In Touch᾿ y ῾Complicated᾿ se escucha desprolija y desproporcionada, lo que opaca atmósferas tensas que podrían haber sido mucho más emocionantes con una mejor ecualización. A pesar de este bache, la performance de Sam Fogarino en ῾Surveillance᾿, ῾Party’s Over᾿ e ῾It Probably Matters᾿ sigue siendo sólida, con buenas ideas que capturan agudamente el mood de cada canción. En el plano de las decisiones musicales, los puntos más débiles recaen en la inclusión de dos interludios que no aportan mucho y en el poco protagonismo del bajo durante toda la placa, aspectos que no son terribles si consideramos a ῾NYSMAW᾿ como una de esas buenas excepciones en la que el instrumento logra destacar un poco más, dejándose ver de manera barrosa para sumar peso a un track que es puro Interpol a la vena, al igual que ῾Flight of Fancy᾿, verdadero cable a tierra que nos conecta con la versión primigenia de la banda.

El trío vuelve a quedar en números azules gracias al trabajo sobresaliente de Daniel Kessier en las guitarras, quien sigue teniendo el vigor para crear texturas que empiezan desde un riff simple, pero que ganan complejidad y crecen de manera impresionante en ῾The Rover᾿, ῾Mountain Child᾿ y ῾Number 10᾿, todo al servicio de la tersa y a la vez alienante voz de Paul Banks, quien se vale de los falsetes para alcanzar un momento destacado en la bella ῾If You Really Love Nothing᾿.

Sumando y restando, el balance de “Marauder” es bastante  positivo, más allá de ciertas decisiones de  producción o la falta de elementos que se siguen echando de menos. Como le pasa a muchos contemporáneos, cada nuevo disco de Interpol se mide con el primero, pero la verdad es que llegaron a un punto de madurez en que esa comparación se vuelve innecesaria porque lo suyo va más por el lado de la consistencia y no tanto por el de la transgresión, una postura que está lejos de ser obstáculo cuando el trabajo es contundente.


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