domingo, 8 de agosto de 2010

THE DRUMS


Tenía que pasar otra vez. Al igual que hace seis años, cuando la siempre hiperactiva NME dijo que The Killers era “la mejor banda británica salida de Estados Unidos”, The Drums logró ganarse el mismo título este 2010 debido a sus influencias musicales y, por qué no decirlo, también su imagen. Así, con todo el apoyo posible de ésta y otras revistas que se juegan su reputación por ciertas bandas de vez en cuando, este cuarteto estadounidense ha logrado con su disco debut homónimo convertirse en la gran esperanza del sonido indie que debería marcar parte de esta nueva década que recién comienza.

Sería pecar de ingenuo creer que la propuesta de The Drums es original, pero de todas formas vale la pena escuchar lo que ofrecen. Las doce canciones que conforman este primer disco que estuvo precedido por el EP “Summertime!” (2009) citan las melodías de The Beach Boys y la melancolía de Joy Division y The Smiths al mismo tiempo. La mayoría suenan lo suficientemente felices como para hacerte tararear por un buen rato y definitivamente tienen potencial. Pero la música que hacen no está aquí para revolucionar la escena actual.

Se nota que The Drums aprendió muy bien las reglas del pop y están obsesionados por componer canciones que suenen limpias y aparentemente simples. Y muy ochenteras, por lo demás. ‘Best Friend’ y el beat electrónico de ‘Me and the Moon’ encajan bien con esa idea. Temas de riffs de una cuerda, con baterías incansables y letras repetitivas que introducen al mundo la voz de Jonathan Pierce, un tipo que suena como una mezcla de Morrissey con Robert Smith.

El primer indicio claro de que The Drums quiere quedarse en tu cabeza llega con ‘Let’s Go Surfing’. Un silbido que pretende lograr lo mismo que hizo hace algunos años “Young Folks” de Peter, Bjorn and John, se repite junto a instrumentos perfectamente coordinados. Un single elegido con pinzas. Las cosas no cambian demasiado de ahí para adelante. De hecho, temas como ‘Book of Stories’, ‘The Future’, ‘I Need Fun in My Life’ e ‘It Will All End in Tears’ son bien predecibles. The Drums suena más interesante metiendo una guitarra acústica en ‘I’ll Never Drop My Sword’ o añadiendo más capas a su sonido en la lánguida pero muy bella ‘Down By the Water’.

Los fans de sonido con citas ochenteras definitivamente encontrarán un buen cobijo en The Drums. Sus canciones vienen del pasado, son pegajosas y algunas gritan por ser tocadas para que la gente se mueva al ritmo de ellas en alguna fiesta ¿Merecen todo el “hype”? Grupos como The Strokes, Franz Ferdinand o los ya mencionados The Killers pasaron por eso y tuvieron que moverse rápidamente hacia otro lugar para no tener que cargar con ese peso. The Drums no tiene escapatoria. Deberá hacer exactamente lo mismo.




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