Pero Ranaldo no estuvo solo. Contó con la colaboración de estrellas como Nels Cline (Wilco), Alan Licht, John Medeski, el bajista Irwin Menken y Steve Shelley, con quienes conformó un verdadero grupo que se asistió para alcanzar lugares que ni el mismo Ranaldo había esperado, en canciones que se sostienen en un ambiente dream pop, sin temor alguno a que estas composiciones fuesen de una escucha más fácil que su grupo madre.
El inicio, con ‘Waiting on a Dream’ es una clara muestra de aquello. La guitarra es el instrumento principal, obviamente, las cuerdas llenan todos los espacios, mientras la voz de Ranaldo es más una narración que una melodía, como en todo el disco. Hay una vibra que recuerda a Rolling Stones, que apuesta por lo directo y por lo jugado. ‘Off the Wall’, el primer single, contiene un romanticismo inusual (considerando el tenso ambiente por el rompimiento de Moore y Kim Gordon) y su estructura es pegadiza y sus tonos felices y dulces, al igual que ‘Lost’.
En ese sentido, todo el álbum es amigable, cercano. Cuando la guitarra ruge, puede alcanzar los tonos de Jimi Hendrix o el Neil Young más furioso (‘Fire Island (Phases)’) incluso a The Beatles en su referencia más evidente, ‘Tomorrow Never Comes’, pero también consigue pasar por la sicodelia, como en ‘Angles’ y ‘Shouts’. En el lado amargo, está ‘Xtina, As I Knew Her’, una joya que cruza por diferentes candencias y que resulta conmovedora. En esa misma línea, aunque en acústico, se encuentran ‘Hammer Blows’ y ‘Stranded’, piezas que remiten a una profunda melancolía y oscuridad. “Between the Times & the Tides” no es una experiencia condescendiente de Ranaldo en su instrumento, sino, más bien, un sincero paseo por las sutilezas y las fortalezas de un hombre que pudo haber optado por los tanteos presuntuosos con su guitarra y que, sin embargo, siguió un camino abierto a la sorpresa.
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