BANGA

Patti Smith pertenece a esa curiosa casta de músicos que todos saben que son legendarios, pero que pocos pueden explicar por qué. Puestos en el tema de la llamada “madrina del punk”, cualquier auditor promedio ha escuchado "Horses", su influyente debut de 1975, y sabe que es ella la que canta en 'Because the Night' (1978), tema que compuso a medias con Bruce Springsteen, y que su retorno de 1996 con "Gone Again", después de ocho años de silencio discográfico, la trajo de vuelta a la música con la mayor regularidad que recuerde su carrera iniciada en 1971. Pero las dos personalidades que habitan en la neoyorquina, la cantante y la mujer de letras, puede confundir al que, incluso hoy en día, aún no sabe con qué encontrarse cuando Patti Smith lanza un nuevo trabajo.

"Banga", el número 11 de su catálogo original, genera el mismo tipo de desconcierto previo, pero después de varias escuchas empieza a crecer como sólo puede hacerlo un disco de un artista como ella: con la extraña sensación de estar escuchando por primera vez a una mujer que, en este caso, ya suma 65 años de edad. Un buen punto de partida, en ese sentido, es 'April Fool', dedicada a la fallecida Amy Winehouse, pero que es lo más cerca que haya estado nunca Patti Smith de Chrissie Hynde y The Pretenders. Es una melodía sencilla y conmovedora, como buena canción pop, y que sorprende por el dulce timbre de voz que aporta Smith. Francamente, a Smith nunca se le escuchó cantar mejor que como lo hace aquí. El contrapunto "ambiental" viene en la versión de 'After the Gold Rush', de Neil Young, donde la rockera suena incluso más “masculina” que en la grabación original del histórico canadiense.

Son 12 temas, en total, y muchas las posibilidades de embarcarse por separado en cada una de estas melodías. Porque si hay algo claro en "Banga" es que aquí los temas funcionan mejor por separado. 'Constantine’s Dream', por ejemplo, es un largo ejercicio de 10 minutos de meditación hablada (sobre caos y belleza, dos de los grandes “motivos” de Banga), y 'Fuji-San', inspirada en el terremoto y maremoto de Japón en 2011, es, lejos, el corte más rockero y épico de la lista, al estilo de cómo entiende el rock y el tono épico un viejo amigo de Smith como es Bruce Springsteen. Pero quizás lo más llamativo de "Banga", más allá de que posea un repertorio que perfectamente puede inducir a generaciones jóvenes con la música de la rockera, es que suena más frágil y delicado que los grandes temas que propone: destrucción, pérdida y el lugar del artista en la sociedad moderna. Existe ahí cierta contradicción vital para una mujer que, ya lo decíamos antes, siempre ha estado entre dos mundos -el del acorde y el de la palabra-, pero que en Banga no logra, salvo las excepciones mencionadas, que sintonicen como ella hubiera querido. Para decirlo en simple, a Banga le falta aspereza y ruido y le sobra complacencia e indecisión.



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