La noche púrpura del 8 de Marzo compartimos la magnífica “Norma Rae” (Martin Ritt, 1979), la historia de la gradual toma de conciencia de su realidad social de una mujer del sur de EEUU en los años 70 y su fuerte compromiso por cambiar su situación de explotación y la
de todas las trabajadoras de la fábrica textil donde trabajan. El
detonante del cambio de Norma Rae será la llegada de un sindicalista de
Nueva York al pequeño pueblo sureño y su labor de propaganda y
concienciación para despertar a las personas que, explotadas, no
vislumbran más horizonte que el sufrido de generación en generación. El
sindicalista será para Norma una ventana abierta y libre a otros mundos
para ella desconocidos. Atracción pero también incomunicación, la de dos
mundos casi irreconocibles, diametralmente opuestos.
En el desenlace de la película, cuando Norma Rae -una grandiosa y creíble Sally Field- es despedida de la fábrica por su labor sindical, se niega a dejar su trabajo, su espacio físico. Acosada por el personal de seguridad de la fábrica, en el forcejeo se sube a una mesa ante la mirada de todos en el centro de la actividad fabril y sobre un pedazo de cartón escribe improvisadamente ‘UNION’ (SINDICATO) y lo eleva con sus brazos en alto bajo la atenta mirada de los mandos intermedios de la fábrica, el personal de seguridad, la policía y sus compañeras de trabajo. Y esa simple acción de Norma Rae de subirse a la mesa, pedir y subrayar en silencio la necesidad de un sindicato para mejorar sus condiciones de trabajo hará que todas las compañeras vayan apagando una a una las máquinas con la empatía de la emoción y la firmeza de la razón hasta acabar con el ruido ensordecedor de la fábrica. Sólo la llegada posterior del sheriff traerá la normalidad de la explotación al trabajo, nada de extrañar, para llevarse a Norma Rae detenida a comisaría acusada de alteración del orden.
Norma Rae utiliza su llamada desde la celda de la comisaría para telefonear al sindicalista impulsor del sindicato para que la saque de prisión pagando la fianza. Al llegar a casa, Norma Rae sólo piensa en proteger a sus hijos, los despierta en plena noche para contarles lo sucedido y para que no hagan caso de todo lo malo que oirán de su madre en el futuro. Pero también para revelarles, sin nada que ocultar, las verdades del barquero como mujer. En la despedida, el marido de Norma, sobrepasado por la situación, dolido en el alma, le dirá al sindicalista, “Podía hacer una llamada y te ha llamado a ti” y sin poder mirarle a la cara, continuará, “Llegas aquí, la confundes y le llenas la cabeza de ideas”. “Está cambiadísima”. “Yo no quería que se convirtiera en líder”. “¿Qué nos va a pasar ahora?”. El sindicalista está en la puerta, a punto de salir, piensa en qué decirle al marido de Norma sin herirle y con tranquilidad contesta, “Se ha subido a una mesa. Es una mujer libre”. “Puede que lo aceptes y puede que no”. Y en esas estamos hasta ahora, unos aceptándolo y otros no, en el cónclave, en Génova o en la lejana Ponferrada.
Pero no es éste ni el tiempo ni el espacio para diseccionar el sindicalismo fabril en EEUU ni en cualquier parte del mundo. Aunque sí es buen lugar para subrayar la necesidad universal de unión y defensa de las trabajadoras. Yo más bien diría la necesidad de unión y defensa de todas las personas que compartimos la vida en este planeta y que estamos bajo el paraguas de influencia de las grandes corporaciones empresariales. Es difícil escapar de su perniciosa sombra, y el necesario trabajo documental en tres capítulos “The Corporation” (Mark Achbar, Jennifer Abbott, Joel Bakan, 2004) nos ayuda a leer entre líneas su dominio y su influencia. Si alguien tiene verdadero interés por conocer desde dentro la ciencia exacta de la explotación, no dejéis de verlo.
Al comenzar esta serie documental una voz en off nos da la clave de nuestros días. “Hace 150 años la corporación empresarial era una institución relativamente insignificante. Hoy es algo omnipresente. Como la Iglesia, la Monarquía y el Partido Comunista de otras épocas y lugares, la corporación es actualmente la institución dominante.”
En la primera parte del documental veremos cómo la corporación moderna está ingeniosamente diseñada para generar riqueza a sus propietarios y en muchas ocasiones permitirles evadir sus responsabilidades. Los historiadores cuentan cómo los abogados de las corporaciones, al acabar la guerra de secesión americana, consiguieron judicialmente que los derechos que se habían legislado para las personas afroamericanas que salían de una situación de extrema vulnerabilidad, la esclavitud, se aplicaran como derechos del capital y de la propiedad en detrimento de las personas. De alguna manera las corporaciones se aprovecharon de una nueva legislación y retorcieron la voluntad del legislador. Como afirma Noam Chomsky a las corporaciones les concedieron derechos como si fueran personas inmortales. Las corporaciones son un tipo especial de personas, personas que no tienen conciencia moral. No son como los seres humanos que se preocupan de los demás. Las corporaciones sólo se preocupan de sus accionistas, no de sus trabajadores, ni de la sociedad. Sólo les interesa el beneficio a corto plazo de sus accionistas que, además, son un grupo pequeño, más o menos la mitad de las acciones están en manos del 1% de la población y un 80% de la población es sólo propietaria del 4% de la acciones de las corporaciones. Las corporaciones buscan la rentabilidad sin pensar que otras personas deban pagar las facturas de su impacto en la sociedad. Y allí radica el problema, porque siempre que hay una transacción entre dos personas se generan unos efectos secundarios sobre una tercera persona.
El documental, siguiendo el juego de togas en los tribunales de la personificación -caracterizar a una realidad no humana como humana- le da una vuelta de tuerca muy interesante. Los creadores se preguntan, si las corporaciones consiguieron en los tribunales derechos que no les correspondían ya que eran derechos de personas vulnerables, ¿por qué no analizar a las corporaciones como si fueran personas de verdad? De esta manera enumeran y ejemplifican las características de las corporaciones en su relación con la sociedad como si de un estudio clínico se tratase:
* Las corporaciones manifiestan indiferencia por los demás.
* Las corporaciones presentan incapacidad para mantener relaciones duraderas.
* Las corporaciones producen daños a la salud humana: Productos peligrosos, desechos tóxicos, polución, sustancias químicas sintéticas que producen cáncer, malformaciones en los recién nacidos y otros efectos tóxicos.
* Las corporaciones muestran un temerario desprecio por la seguridad de los demás: Conocen los problemas y los ocultan o los trivializan.
* Las corporaciones producen daños a los animales: Destrucción de su hábitat, las granjas-factoría, la experimentación, el daño directo producido por medicamentos y alimentación para sacar un mayor rendimiento con riesgo para la salud de los propios animales y de las personas.
* Las corporaciones revelan incapacidad para sentirse culpables.
* Las corporaciones producen daños a la biosfera: Deforestación, emisiones de CO2, residuos nucleares.
* Las corporaciones ofrecen incapacidad para ajustarse a las normas sociales relacionadas con el cumplimiento de las leyes.
* Las corporaciones mienten y engañan repetidamente a los demás para conseguir un beneficio.
Valorando todas estas actitudes de las corporaciones el equipo clínico concluye que el diagnóstico de patología de la personalidad de la corporación es el de un PSICÓPATA. Y es que las corporaciones están dejando una herencia terrible de veneno y destrucción del medio ambiente para los nietos de nuestros nietos, generaciones que ni siquiera aún han nacido. Si las corporaciones perviven como hasta ahora todos los sistemas vivos que componen la tierra estarán en decadencia y caminarán con paso firme hacia su extinción.
En esta historia de terror, muestra de la psicopatía de las corporaciones, la empresa y el capital, recuerdo la muy interesante intervención de un ‘broker’ de Wall Street que cuenta como en plena tragedia del 11S lo único que pensaba -al igual que todos sus compañeros- era en cómo iba a subir el oro y en el gran negocio que realizaron en los dos días siguientes al 11S, en los cuales se vendió todo el oro y sus clientes duplicaron su dinero. Pero es que diez años antes, en 1991 cuando EEUU bombardeó Irak en la primera guerra del golfo subió el precio del barril de petróleo, así que todos los ‘brokers’ estaban entusiasmados con que Sadam hiciera algo significativo, lo que fuera, para que se bombardease el país y subiera más el precio del barril. “La guerra es buena para el mercado de materias primas” recuerda el ‘broker’ mirando fijamente a cámara sin cortarse un pelo.
En el documental nos encontramos historias que retratan el alma avariciosa de las corporaciones, como la que subraya que Coca Cola cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, viendo la imposibilidad de venderle Coca Cola a su ‘enemigo’ por la prohibición del gobierno americano a las multinacionales de comercializar con la Alemania nazi, se inventó la Fanta de naranja para distribuirla exclusivamente en el mercado alemán. También se cuentan historias terroríficas como la utilización del agente naranja de Monsanto lanzado en Vietnam que generó decenas de miles de muertes, tumores y malformaciones en la población civil. La empresa conocía los resultados, pero los ocultó. Y es que nos enfrentamos al hecho de que desobedecer la ley sale económico. Si el riesgo de que te pillen y la multa a pagar es menor de lo que cuesta cumplir con la ley, las corporaciones lo toman como una decisión estratégica. Es decir, incumplir la ley a las corporaciones les sale muy barato. Aunque las pillen y paguen la multa la operación les sale rentable. No hay ética si multiplicamos el rendimiento económico.
Muy interesante también es la reflexión que realizan los autores de la película sobre la manipulación de la publicidad que en la actualidad no va dirigida a los padres sino a los hijos para que de esa manera indirecta convenzan a los padres para que compren el producto en cuestión. La corporación crea deseos, crea necesidades inútiles en el consumidor. La corporación fomenta que haya consumidores mecánicos de productos que no necesitan. El marketing encubierto de las corporaciones está en todas partes, no te das cuenta, pero está allí, vive contigo, o tú con él.
En esta serie documental dialogan expertos economistas, directores de corporaciones, analistas, ‘brokers’ y también antiguos dirigentes de empresas que por el camino cambiaron de paradigma: uno de ellos cuenta que un día comprendió que la forma en la que había dirigido su empresa era la de un saqueador, saqueando cosas que no le pertenecían, y pensó que debía llegar el día en que esta forma de conducirse fuese ilegal y que no se permitan más saqueos en el futuro. “Algún día la gente como yo terminará en la cárcel”, pensó.
La mayor institución de la tierra, la más rica, la más poderosa, la más dominante, la más influyente es la institución de la empresa y la industria. La corporación es también hoy en día el instrumento de destrucción más efectivo y potente. Esto tiene que cambiar si queremos seguir viviendo en este planeta. Pero sólo cambiará si entre todos nos responsabilizamos, siendo muy críticos con las corporaciones, oponiéndonos, denunciando, resistiendo, contrastando, para acabar retomando las riendas de nuestro futuro, incluso sabiendo que el tablero de juego está trucado.
Esta es la reseña de la película documental “The Corporation” (Mark Achbar, Jennifer Abbott, Joel Bakan, 2004). Les enlazamos el documental con subtítulos en castellano para que puedan verlo.
El Documental lo puedes ver aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=Rue2-g5F82U&feature=player_embedded
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