domingo, 24 de noviembre de 2013

AMENAZA DE BOMBARDEOS EN SIRIA, NADA HA CAMBIADO


Más de 110.000 muertos, dos millones de refugiados en países limítrofes, más de tres millones desplazados internamente, 130.000 arrestados o desaparecidos, toneladas de bombas, misiles, proyectiles, bombas de racimo… ¡Esta es la realidad de la guerra en Siria desde hace dos años y medio!

Y como si esta materialización de la guerra permanente del capitalismo contra el proletariado no fuera suficiente, los medios de comunicación anunciaron el 21 de agosto pasado el “horror extremo”: Se utilizaron armas químicas en un suburbio de Damasco, matando a más de 1.300 personas e hiriendo a 3.600.

Se acusa de esto al actual régimen sirio, y es verdad que esta no sería su primera atrocidad ya que ya ha probado de lo que es capaz en términos de represión. Otros acusan a grupos de “rebeldes”, o más precisamente yihadistas apoyados militarmente por Arabia Saudita y Qatar.

Nosotros, los comunistas, no queremos ocupar ningún rol en este debate, y menos aún colaborar de manera marginal aportando alguna teoría conspirativa, algo tan común actualmente en ámbitos “militantes” y de “ultraizquierda”. Porque fundamentalmente, sea que haya sido el régimen del partido Baath o su “oposición” burguesa con el apoyo de poderes regionales e internacionales, es en ambos casos terrorismo estatal, el terrorismo del Estado capitalista, que es el responsable de este antihumano y antiproletario gaseo, y que es responsable de esta y de toda guerra.

Pero hoy, cuando el capitalismo atraviesa su más aguda crisis de valorización desde la Segunda Masacre Mundial, su única alternativa es nuevamente la destrucción masiva de fuerzas productivas excedentarias (de mercancías en tanto que trabajo muerto, pero también de trabajo vivo, ¡proletarios!)… La única salida viable para el capitalismo (para lanzar un nuevo ciclo de valorización) es entonces, la guerra generalizada, la “Tercera Guerra Mundial”… Su único problema (¡que es uno muy grande!) es como movilizar al proletariado mundial para reclutarlo en cualquier campaña ideológica que justifique las masacres venideras.

Los tambores de guerra que suenan las potencias occidentales anunciando su intervención militar son parte de esta campaña ideológica. Especial-mente en Siria, que se encuentra en el corazón de una región de histórica y superlativa importancia geopolítica para los voraces apetitos capitalistas. Dos grandes constelaciones de Estados separan ya el ámbito participando de la reorganización de la región. De un lado están Rusia, China e Irán, que apoyan al régimen existente (¿pero hasta qué punto este apoyo no debilitará sus intereses regionales?), y del otro Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, y sus aliados regionales, Qatar y Arabia Saudita…


La amenaza de la intervención militar fortalece esta polarización y también se apoya en su análisis de la opinión pública, la propaganda burguesa, los “expertos” en el tema, e incluso los grupos y las organizaciones que reivindican la revolución social, la lucha anticapitalista, la insurrección proletaria, la lucha por el comunismo y/o la anarquía, todos ellos repitiendo ad nauseam desde hace dos años que los eventos en Siria no son más que una guerra por procuración (entre estos Estados que mencionamos antes), o al menos una guerra civil entre dos campos burgueses (con el apoyo entre los mismos poderes): el régimen Baath contra la “oposición democrática” (que en algunos casos es reducida a su más simple expresión yihadista)…

Sin embargo, esta versión y forma de aprehender la historia, y por ende, de los hechos que ocurren frente a nuestros ojos, aunque cubre una parte de la realidad inmediata, pura y simplemente elimina otro aspecto de esta cuestión social en movimiento, que es esencial para nosotros los comunistas: la lucha de clases que ha disparado lo que venía ocurriendo hasta ahora. En marzo de 2011, un significativo movimiento de lucha, comenzó un levantamiento de naturaleza proletaria contra la pobreza, contra la suba de precios, contra el desempleo, contra las drásticas medidas de austeridad impuestas durante la década previa en Siria, contra la represión… Desde el comienzo, proletarios han tratado de ir más allá de la espontaneidad del movimiento, se formaron algunas estructuras de lucha, en medio de otros cientos de comités coordinadores (Tansiqyat) que tratan de responder de manera práctica a las necesidades de la lucha, su organización sobre el terreno, su coordinación, su centralización, su consolidación, su ramificación, y su autodefensa, aunque desarrollan niveles algo contradictorios de radicalismo en relación a las perspectivos. Muy rápidamente también el movimiento de nuestra clase contrarrestó el terror estatal con acción directa, promoviendo el derrotismo dentro de los aparatos centrales represivos…

Debido a la falta de desarrollo de perspectivas, debido a la falta de dirección revolucionaria, y bajo la influencia de la dirección dada por diversas facciones burguesas, que tratan de lograr sus propios intereses mediante la lucha proletaria, esta lucha de clases, esta guerra de clases, se convierte parcialmente en una lucha interburguesa, en una guerra civil y en una guerra por procuración. Esto de ninguna manera nos distrae de la importancia fundamental de la naturaleza proletaria del movimiento. Siempre y en todos lados cuando las clases antagonistas se enfrentan, las facciones burguesas se unen temporalmente contra un enemigo común o continúan enfrentándose entre sí, de manera que solo un polo contrarrevolucionario emerge, capaz de derrotar a la única clase históricamente capaz de terminar con esta vieja pesadilla que es el capitalismo (como lo intentó en la Comuna de París, en Rusia, Alemania, España). En todos lados y siempre en esta misma historia, “potencias extranjeras” intervienen tanto para suprimir directamente el movimiento de nuestra clase (operaciones de los gendarmes internacionales) o para apoyar a un campo burgués contra otro (la “Guerra Civil Rusa” entre 1918 y 1921 donde varias potencias occidentales apoyaron a los “blancos” contra los “rojos”) o incluso al pelear una guerra por procuración (España durante 1936-39)… Y seguirá siendo así en todos los futuros conflictos que se den mundialmente y que intentarán poner en llamas este mundo de valor hasta darlo por muerto violentamente por la fuerza de la revolución social.

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