Si esto fuera un gallito, Interpol finalmente gana mirándote a los ojos diciendo esto es lo que somos y no esperes más. Tuvieron un debut sino parejo, con unos destellos espectaculares que han convertido a "Turn on the bright lights" (2002) en un álbum memorable de la primera década del siglo.
Ahí tenías el sonido de Nueva York, duro, urbano, pasando el cedazo británico, con la voz de Paul Banks torciendo con estilo el legado de Ian Curtis. Con el tiempo y los discos, cinco contando este, Interpol siguió una línea un poco rígida, estaliniana en cuanto al sonido, la interpretación y los ángulos creativos, de escasa cintura. Ya no se trataba de obras completas para la memoria, sino canciones aisladas, por cierto lo suficientemente poderosas como para sostener de tanto en tanto la atención en su trayectoria. La gracia de "El Pintor", un anagrama con el nombre de la banda, consiste en recordar que este grupo es esto, un estilo acotado, efectivo, pero finalmente un poco estrecho. A veces están más lúcidos e inspirados, otras más taciturnos, pero sus territorios no se amplían. Una república musical y artística donde hay nubosidades, eternos días de otoño y la desolación como telón omnipresente.
Reducidos a trío tras la partida del bajista Carlos Dengler, el cantante y guitarrista Paul Banks, el batería Samuel Fogarino, y el primer guitarra Daniel Kessler asumen la producción del álbum, mientras la mezcla corre por cuenta del reputado Alan Moulder (Depeche Mode, Nine Inch Nails). Los doce años de carrera oficial se palpan en la ejecución maciza y a la vez dúctil. Kessler coge cierto protagonismo –la mayoría de las canciones abren con un fraseo suyo espectral y quejumbroso-, seguido de cerca por la labor de sus compañeros, siempre concentrados en la canción y su beneficio. Banks asumió las cuatro cuerdas y se mantuvo fiel al sonido pastoso del ex titular, la característica del Fender Jazz. En temas como 'Anywhere', 'Ancient ways' y sobre todo la excelente 'Everything is wrong', el bajo la lleva.
"El Pintor" retrata a un conjunto que ante la pérdida de un integrante ganó concentración. Más focalizados, entregan su mejor disco en una década, y una razón a tiempo para no olvidarlos por completo.
Por Bernardo Devia.
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