jueves, 30 de julio de 2015

CONTRA LA EDUCACIÓN... LIBERTARIA

Apelamos por la desintoxicadora negación de la educación. La reapropiación del conjunto de nuestras vidas, comienza con el férreo deseo incendiario del “saber”, tal como lo conocemos en la actualidad, aquel que responde a la cultura dominante, la que sirve al correcto funcionamiento de la danza macabra del sistema alienante, en la práctica o en el ámbito espiritual. 

No buscamos un mejor sistema educativo, deseamos su necesaria devastación. No queremos ninguna reformulación de la cultura dominante de la educación, como tampoco de la ideología que la sujeta a la muchedumbre.

Es por esto que consideramos un engaño cualquier tipo de educación, dentro de esta se encuentra la libertaria porque ésta junto con el resto de modelos educativos que exigen al sistema una liberalización de la enseñanza como alternativa a la “común”, no sólo legitima la autoridad del sistema en sí mismo, sino que también colaboran a que éste permanezca intacto, como todas las relaciones, sujeciones, valores o moralidad que éste ha construido a la par que ha mantenido.

Encontramos estúpidas retóricas en los libros de cada uno de los estudiantes de la tierra. En definitiva, calumnias de quien desea crear mentes dóciles que se dejen someter por las abstracciones, confeccionadas en la mente del “Hombre Moderno”, las que sólo tienen cabida en éste, puede ser a las ideas de “Estado u Orden Constitucional de la Nación” con el liberalismo democrático, o las ideas o conceptos fantasmagóricos de carácter religioso como lo es la “Revolución” sujeta la sociedad de masas, la construcción de la “perfecta utopía libertaria” que responde a un modelo de organización social, económico y político vilmente aliado a la perfección irrefutable, por la cual, el individuo se desposee de su causa única para abrazar la causa colectiva libertaria, por ende a la futura ideología dominante ácrata. Aquí es cuando hablamos de coacción e imposición por parte del todo, a la par que se juega con la miseria de la dominación, con la herencia maldita de nosotros, los hijos bastardos de la modernidad, esto se debe a que no se destruye el concepto de educación, permanece intacto, respondiendo siempre a los viejos ídolos, valores, conceptos, moralidad de la antigüedad decadente, fieles discípulos de ésta, aún sin saberlo.

No creemos en las perfectas sociedades libertarias o en la construcción de “espacios liberados” dentro de lo actualmente vigente, como podría serlo una Escuela Libertaria, es absurda esa incesante necesidad de construir alternativas que buscan esa fuga imposible de las raíces del poder, debido a que mientras éste exista, todo servirá como fiel discípulo de sus raíces asentadas en todos los aspectos de la vida moderna. Es por esto que apostamos por una actitud rebelde autodidacta, porque nuestra búsqueda no se limita a ninguna futura mejora de la enseñanza o una acratización de la misma: buscamos maneras de fugarnos del presente con su respectiva negación.

No creemos en la enseñanza obligatoria ni en los saberes básicos: nosotros buscamos un saber indefinible, imprevisible e ilimitado, desde la experiencia vivida de la búsqueda, desde la experimentación, el deseo o el juego. Un saber rebelde que no será controlado por ninguna regla básica o programa, sino que constituirá la causa estrictamente individual de cada uno de nosotros, una causa de búsqueda tanto espiritual como del saber práctico.

Es el auto-aprendizaje algo fundamental para la vida, esto se debe a que seguiremos las huellas de lo que nos interesa, ampliaremos nuestros horizontes: romperemos con nuestros límites. Un aprendizaje sólo para nuestro propio placer.

Es necesario romper con los moldes del saber educativo y de la especialización, vigentes todavía en el concepto de enseñanza o pedagogía libertaria, debido a que éstos responden a objetivos estrictamente ajenos a los individuales: responden al fantasma del poder y la autoridad, como también es fundamental el asesinato de ese sujeto psicológicamente normal: el adulto, sin embargo, dejar de ser adulto no significa una cuestión etaria ni muchísimo menos una retórica romántica pro-niños, supone el lanzamiento al devenir fugitivo de los niños huérfanos desnormalizados, la disidencia que no se doblegó frente a la vara educativa del poder o la policía pedagógica de la hegemónica libertaria.


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