Joe Satriani, surfista alienígena de las seis cuerdas, está de regreso con el álbum de estudio número quince de su extensa carrera, ocasión para la que vuelve a contar con el legendario productor John Cuniberti, con quien ha facturado muchos de sus mejores discos y que, indudablemente, es quien mejor sabe cómo capturar la magia de Satch en el estudio.
Acompañado de un escudero habitual como Mike Keneally en guitarra rítmica y teclados, el bajista Bryan Beller (James LaBrie) y el tremendo baterista de sesión alemán Marco Minnemann, de quien se esperaba un gran aporte para este disco, con la consiguiente sorpresa de que la mayoría de las bases de las canciones son bastantes simples, privilegiando la melodía por sobre la complejidad técnica (después de todo, Satriani es el jefe), el profesor de Kirk Hammett y Steve Vai nos entrega un disco extenso de quince composiciones en más de 60 minutos de abundante música.
El inicio con el zigzagueante tema homónimo deja un muy buen sabor de boca para lo que vendrá después, sobre todo con las delicadezas y sutilezas de ‘Lost in a Memory’, uno de los aciertos de la placa, donde la máxima “menos es más” se aplica a la perfección. Pero, cuando irrumpe la sensacional ‘On Peregrine Wings’, nos damos cuenta de inmediato de que es el mejor track del álbum y número puesto para los shows en vivo. Aquí Joe suena en los cinco minutos y fracción que dura el tema, como en sus mejores tiempos, logrando transmitir una sensación de banda y no de un solista, a pesar de la brillantez con que se pasea por el mástil utilizando su celebrada gama de recursos.
‘Cataclysmic’ baja la afinación a un tono más grave, destacando como otro de los opus del disco junto al alegre ejercicio jazzístico de ‘San Francisco Blue’; pero es en canciones más pausadas y desnudas como ‘All of My Life’ donde se percibe la verdadera esencia del álbum: refinación y elegancia que hace que el disco sea apto para escuchar en cualquier contexto y lugar.
El último tercio de la placa se hace menos interesante, cuesta encontrar una composición que no repita los esquemas anteriores. Quizás la que cierra el disco, la orquestal ‘Goodbye Supernova’, sea la mejor con diferencia y donde Joe vuelve a poner sobre la mesa todos los atributos que lo han hecho uno de los guitarristas fundamentales de los últimos 30 años.
Quizás se esperaba un disco más rockero y electrizante, y no uno tan melódico y reposado, por ello “Shockwave Supernova” es un álbum donde los fans acérrimos del guitarrista rescatarán algunos temas memorables para su lista de favoritos; un disco indiscutiblemente lleno de melodías elegantes, refinadas y agradables, pero muy lejos de la inspiración y aplastante categoría de las grandes obras de sus inicios.
Por Cristián Pavez.
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