Las reediciones son productos irregulares y engañosos, una verdadera lotería. En la esquina de las que valen la pena en el último tiempo, por ejemplo, el trabajo arqueológico de Jimmy Page repasando completo el catálogo de Led Zeppelin con un mejor sonido, tomas alternativas y descartes.
Cuando el ejercicio se aborda así, equivale a sumar nuevas piezas al rompecabezas, ampliando la mirada, un nuevo lente para chequear los detalles de la manufactura de grandes clásicos. Estas nuevas versiones deluxe de dos álbumes fundamentales en la discografía de Faith No More, difícilmente revelan nuevos datos para quienes hayan seguido atentos la carrera de la banda de San Francisco, a través de lados B y material en vivo. A diferencia de la oferta de Soundgarden el año pasado, en la abultada reedición de “Superunknown” en tres discos, incluyendo demos y ensayos, qué decir de la última versión de “In Utero” de Nirvana con las distintas perspectivas del sonido del álbum, en este caso no hay prácticamente nada que valga la pena.
“The Real Thing” (1989) ofrece las mejoras correspondientes de audio, aunque solo perceptibles con muy buenos audífonos. El segundo disco incluye once cortes contando una versión para radio de 'Epic' con los coros más destacados, un remix de ‘Falling to Pieces’ a cargo de Matt Wallace donde nuevamente lo más relevante son las voces de acompañamiento, al nasal tono de Mike Patton en aquel periodo. Un registro y fraseo que, por cierto, le da la razón a Anthony Kiedis de Red Hot Chili Peppers, cuando acusaba que Patton le copiaba. No cabe discusión sobre las capacidades superiores del multifacético vocalista respecto de Kiedis, pero de que le imitaba en esa etapa, nada que decir.
El material en vivo es francamente desilusionante. Aunque se trata de cortes como ‘War Pigs’ (la original de Black Sabbath), ese gran chiste y homenaje al death metal que encarna ‘Surprise!, You’re Dead!’, y ‘As the Worm Turns’ (del debut de FNM de 1985), nada suena bien nivelado. A veces la batería está muy encima, otras la guitarra figura ahogada. En el mundo bootleg hay mejores ofertas de FNM en directo.
El mismo pecado se repite en el disco que acompaña a “Angel Dust” (1992), con varios cortes en vivo que discutiblemente provienen de la mesa de sonido, la ansiada calidad soundboard en el submundo de las grabaciones piratas. Aunque las interpretaciones son poderosas y dan cuenta del fenomenal crecimiento interpretativo de Mike Patton en un lapso de tres años, el audio es pésimo, a lo sumo un espectador con una muy buena grabadora. Como dice el eslogan, solo para fanáticos.
Por Marcelo Contreras.
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