A casi cuatro años de la temprana muerte –solo tenía 62 años- de Luis Alberto Spinetta, su familia decidió que era el momento propicio para editar los últimos registros que dejó el genio argentino, grabados en los estudios La Diosa Salvaje de Buenos Aires.
El sonido de trío guitarra-bajo-batería fue siempre, a lo largo de la extensa carrera de Spinetta, uno de sus formatos instrumentales predilectos. Tan solo basta recordar sus agrupaciones históricas: Invisible a mediados de los 70 y Los Socios del Desierto en los 90. En este caso, los acompañantes de Spinetta fueron el bajista Daniel Ferrón y su legendario compañero de Almendra, el baterista Rodolfo García. Tradición spinettiana a raudales.
El sonido noble y de factura elegante se hace perceptible durante las ocho canciones de un disco de gran jerarquía jazz-pop, de melodías cristalinas y gran potencia lírica. Esto último se hace aun más importante, si tenemos en mente que estas grabaciones, no se habían pensado para una futura edición, sino que son parte de un "work in progress", en el que “el Flaco” estaba trabajando y que iba dejando grabado. De hecho, este material fue plasmado exactamente el viernes 4 de marzo de 2011, cuando el trío registró todas las secciones instrumentales y, al otro día, Spinetta grabó las voces.
La apertura con ‘Apenas floto’ y Spinetta contando “1,2,3,4” lo hace sentir presente, como si estuviera aquí, en tiempo real. La calidez del sonido del trío de inmediato llama la atención por su nivel de pulcritud y fineza. “Y si despierto solo en altamar/ y apenas floto/ y me jurarías que me harías feliz/ y así me salvo/ igual, ¿cómo conseguiría subsistir?” canta el Flaco, como es costumbre con sus letras fluidas y llenas de alma. En ‘Iris’, la impronta poética y la esperanza spinettiana se hacen presentes de manera cristalina: “Cuántas veces fantaseé/ Con tenerte en mi vida/ Cuántas noches yo soñé/ Que estábamos felices por fin”. La melodía es emocionante y llena de sabiduría, mientras que su fraseo y potencia vocal se mantiene en buena forma.
‘El cabecitero’ y ‘El gaitero’ son los dos temas instrumentales del disco. El primero de ellos deja en evidencia toda la sabiduría de Spinetta en las seis cuerdas y hace recordar otros temas instrumentales de su carrera, como 'Alarma entre los ángeles' de Invisible, 'Amenábar' de Spinetta-Jade o, incluso, algunas composiciones de su importante álbum solista de 1977, “A 18' del sol”. En tanto, 'El gaitero' se acerca al jazz y al tango, con Spinetta en guitarra limpia, siempre acompañado de la cálida base de Ferrón y García. 'Bagualerita' es otra hermosa canción en su aspecto melódico, mientras que 'Canción del lugar' no baja el nivel y sorprende con su lírica: “Oye, pídele al viento que cante la canción del lugar”. La esencia de la poética spinnetiana. En la pista destinada a la emotiva versión acústica de 'Iris', aparece, como tema oculto, la composición 'Río como loco', en la que Spinetta solo tararea la letra, pues no alcanzó a grabarla, pero sí a escribirla. De hecho, en el mismo cuadernillo del cedé, aparece impresa.
¿Qué se puede decir? “Los amigo” deja una sensación ambivalente. Por supuesto que es una alegría y un hallazgo valiosísimo tener material póstumo de un maestro como Spinetta. Qué duda puede caber. Sin embargo, la temprana partida del músico argentino se hace todavía más triste escuchando este disco, pues en el queda clarísimo que el compositor tenía aún muchísimo que decir, que todavía había una infinidad de melodías en su interior para compartir. Una tristeza y una alegría, como la vida misma que Spinetta expresó con maestría en 40 años de impecable trayectoria.
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