"Ya no tengo con qué escribir,
la tinta se me ha acabado,
salgo a las montañas,
pienso sin explicación.
Los jotes vuelan a mi alrededor,
esperan que duerma para mis instintos devorar,
el cielo se nubla sin avisar,
es perfecto escuchar el silencio del atardecer.
Y me tiro desde lo más alto
para descubrir esta maldita ciudad,
tantos techos sin terminar,
gatos y ratas que juegan a correr.
Niños con sus pelotas de cuero
que chocan contra la pared,
graffitis dibujados en las murallas de papel,
nuevas canciones que son peores que las de ayer.
Viejas poblaciones que me hacen acordar de mi niñez,
cuando iba a los cerros a elevar mi plástico volantín,
cuando jugaba con mis autos en la cama de mi habitación,
la neblina se despejó de la nostalgia anunciada,
es momento de volver a casa otra vez."
No hay comentarios:
Publicar un comentario