lunes, 11 de enero de 2016

ROBO HORMIGA, OTRO ESTILO DE VIDA

Entro al súper, ya lo tengo identificado. Los puntos ciegos donde no llegan ni los guardias ni las miradas del ojo panóptico de la cámara. Es el Unimarc de Valparaíso.

Jeans, un bolso semi formal, camisa y una afeitada al ras. Un tipo normal que entra al súper después de la pega despojado de los estereotipos delincuenciales construidos por los medios, la iglesia, el supremo Kaiosama o quien tú quieras.

Ahí voy, caminando por los pasillos sin canasto ni carro. Identifico las cosas que compraré y las que simplemente me llevaré. Paso a paso voy cachando el volumen del público. Abro un poco el cierre del bolso para lo que viene más adelante.


El Hormigueo


Saco unos tomatitos, los hecho a la bolsa y la cierro con un nudo suave antes que la pesen. 300 pesos. Ahora desato el nudo, la abro, me preocupo de que el compadre que pesó la bolsa esté atendiendo a otra gente y paf! Meto otros tomates raudamente y me llevo 600 pesos de tomate, por la mitad de precio. Avanzo por el pasillo de verduras y llego al pan, el procedimiento es el mismo.

Llevo las dos bolsas en la misma mano y busco en el pasillo de las “cosas para la once”, tomo un chocolate. Lo llevaré de regalo, ya pensaré a quien. Miro adelante y atrás, por si hay guardias. Es importante saber en qué punto las cámaras no te ven, casi siempre es en la parte de debajo de los estantes, la altura de los bolsillos. Así que a riesgo de asustar a una de las viejas que a esa hora sacan galletitas, me lo meto al bolsillo tranquilamente. Un trámite.Pasillo de conservas. Es raro que a pesar que uno haga un trayecto desordenado por el supermercado los guardias están ni ahí con seguirte. Un shampoo caro se puede ir en tu bolso. La mano está en saber doblar las esquinas.

Mientras voy con la bolsa con tomates y el pan, muevo el bolso con el antebrazo para que me quede en la parte frontal del cuerpo así me queda el cierre abierto del bolso en la parte de adelante. Es cosa de caminar con seguridad y chum! se fue el shampoo.

No necesito nada más por hoy, así que voy al supermecado y pago, no le dono el vuelto sino que se lo dejo a la cajera que sonriente sigue con su día como si nada. Me voy sonriendo y de paso le digo “chao gracias” al guardia. Luego subo en la micro y me voy a mi casa en el cerro.


¡Pero! ¿Es realmente un robo?


Es interesante ver las múltiples razones detrás del robo hormiga. Placer, cleptomanía, teoría política, necesidad o las ganas de hacer una “maldad” pendeja. Un poco de todo se mezcla en quienes lo practican.

Quizás una de las nociones más interesantes sobre esto fue la que generó un colectivo catalán llamado Yomango que no solo valida esta práctica con profundidad, sino también te enseña técnicas de hurto/recuperación.

Este colectivo artístico generó toda una resignificación de la propiedad a través del arte y con una mirada del robo hormiga como forma de liberación de mercancías al Capitalismo. Con una propuesta contracapitalista, ironizan los elementos publicitarios del sistema de consumo para ir justo en su contra, desmoronando la lógica de la propiedad privada.




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