"Night Thoughts" no es sólo un disco, sino también una película que acompaña y contextualiza las nuevas canciones de Suede, que con este proyecto intenta, además, remar en contra de los actuales hábitos de consumo musical.
Estamos -y de seguro continuaremos- en un momento en que el tema suelto vence en el gallito al demandante álbum completo, y sin embargo, el grupo que lidera Brett Anderson desea reivindicar el concepto en retirada, el largaduración, que ya en su nombre parece algo obsoleto cuando lo que más vende es lo rápido, lo que gratifica instantáneamente.
En manos de Suede, el disco tiene sentido como una obra que vale la pena consumir sin perderse un segundo. Las canciones de "Night Thoughts" transitan una tras otra contando la historia que insinúa la foto en la carátula, donde una mujer ahogada va cayendo bajo el agua. Las letras son los recuerdos de una persona que está a punto de morir y ve la vida pasar en frente suyo como una serie de fotogramas. En la película, se trata de un hombre que habla a través de Brett Anderson. Cuentan las reseñas que, en la noche del estreno simultáneo del álbum y de la película, la banda tocó detrás de una pantalla que proyectaba la cinta, y en un momento, los labios del protagonista dejaron de coincidir con la voz del cantante, a lo que el batero Simon Gilbert respondió alterando el tiempo, algo que a simple vista parecía un error, pero que dio como resultado la recuperación de la sincronía. La anécdota grafica que estamos frente a unos Suede más perfeccionistas que nunca, motivados por el desafío de cumplir con sus ambiciones. De escalar nuevas cimas.
Si "Bloodsports", su regreso discográfico publicado en 2013, era un motivo de peso para esperanzarse con la segunda venida del grupo, "Night Thoughts" confirma que no se trató de un fenómeno aislado y que Suede está por encima de la nostalgia que su nombre evoca. La ambiciosa naturaleza del disco, mitad álbum conceptual y mitad proyecto multimedia, sumada a la meta que se propone, habla de músicos que todavía desean cambiar las cosas y pelear por algo. Quizás ahí radique el secreto de su aparente juventud eterna. Aunque Anderson ya no escribe como un veinteañero hedonista (sigue pensando en sexo, amor y soledad, pero sus preocupaciones ahora incorporan asuntos como la familia y la paternidad) y permite que se note la experiencia acumulada, retumba el eco de sus años mozos en los rincones de "Night Thoughts". Mientras el protagonista de las letras recorre su propia existencia, Suede, de una forma que resulta muy natural, se encuentra con su propia historia tocando las mismas teclas que presionaba "Coming Up" en 'What I'm Trying to Tell You', que al final se acerca a centímetros de 'The Beautiful Ones', o echando mano al recurso de la orquestación como lo hacía en el siempre añorado "Dog Man Star".
Ríos de tinta han corrido haciendo paralelos entre David Bowie y Brett Anderson, y últimamente contando cómo el maestro ha saboteado sin querer los últimos lanzamientos de sus aprendices, primero sacando "The Next Day" casi al mismo tiempo de "Bloodsports" y luego con "Blackstar" y su posterior deceso opacando a "Night Thoughts". Esa lectura de la situación, facilona e ideal para la prensa floja, pierde el piso cuando nos centramos en lo que importa, la música, y nos olvidamos del concurso de popularidad que la rodea. Con Bowie fuera del plano terrenal, el placer de oír a Anderson canalizando su dramatismo alienígena ('Pale Snow', 'Tightrope', 'Learning to Be' y especialmente 'The Fur and the Feathers') cobra nuevas dimensiones emotivas que aún cuesta describir. Pero lo mejor ocurre cuando Suede explora los tópicos de siempre en canciones como 'I Don't Know How to Reach You', sobre la imposibilidad de comunicarse con otros, o la magnífica 'Outsiders', acerca de ser un paria, uno de los clásicos instantáneos del ramillete junto a 'No Tomorrow' y 'Like Kids'. ¿Quién dijo que los discos conceptuales eran una lata?
Por Andrés Panes.
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