jueves, 3 de marzo de 2016

GERARDO DÍAZ, EL PESCADOR CAMINANTE

Soy pescador desde el 18 de junio de 1962, día en que nací. Lo era cuando mi papá me llevaba a los ocho años a trabajar. Mientras estaba en la escuela, no veía la hora de poder ir al río, y cuando no se podía me quedaba llorando en la casa. De seguro no era mucho lo que yo ayudaba, pero me alucinaba el poder estar colaborando.

También fui pescador el 25 de marzo de 2007, cuando un accidente me tuvo en el mar durante tres días y tres noches botado, mientras mis tres compañeros de embarcación se iban muriendo al lado mío.

Y por sobre todo soy pescador ahora, cuando una injusta multa de 19 millones me obligó a caminar desde Chiloé hasta Santiago para llamar la atención del país.

Tengo toda una vida trabajando en el mar. Antes de pescador, fui recolector de orilla y buzo de apnea. Es lo que me gusta y es lo que quiero hacer para siempre, por lo mismo nunca molesté con nada, porque soy muy feliz así como vivo. Esto de la caminata fue una obligación, que tiene como único objetivo remover la conciencia de las personas, no su lástima. No quiero que venga alguien y me condone la deuda. Yo lo que pretendo es  evidenciar los problemas de la pesca en Chile y demostrarle a la gente la miseria que ganan los trabajadores como yo. ¿Porque qué pasaría si viniera Farkas y pagara mi deuda? Mañana me devolvería a Constitución a mirar mi bote y a esperar que le pase lo mismo a otro pescador. Lo que yo pretendo es atacar al sistema, demostrar que los gobiernos no gobiernan, porque por sobre todas las cosas, el que manda es el poder imperialista. Por esto mismo es que no me entrevista la prensa grande, porque yo estoy atacando la masa misma del problema.

Quiero que se entienda que no quiero llamar la atención  Soy alguien tranquilo. Cuando joven tomaba mucho y fumaba marihuana, pero ya no. Nunca tuve tapujos para hablar de las drogas, por lo mismo me parece una ridiculez que en el Senado se gaste tiempo en discutir sobre la marihuana, si mucha gente la ha probado o la usa.  En plena democracia, durante el gobierno de Patricio Aylwin, se me acusó injustamente de andar robando motores, y por eso fui torturado por la Policía de Investigaciones de Cauquenes. Se me puso corriente en el estómago y en los testículos, pero yo nunca he querido aprovecharme de estos “errores que se cometieron”, nunca toqué la puerta de nadie. Yo soy feliz viviendo como vivo: así, trabajando. Sí estoy hablando ahora es sólo porque se está cometiendo una injusticia gigante, algo que no tiene nombre.

Desde que llegué a Santiago, he recibido todo el apoyo de la gente. Me gusta ver cómo los niños me piden fotos, me doy cuenta que igual ellos entienden un poco las tremendas injusticias de este país. Me importa mucho lo que opina la gente como yo, por lo mismo no me preocupan los de arriba. Veo como me colaboran las personas en la calle. Yo sí sé cuánto valen cien, cincuenta o diez pesos para los trabajadores, y por lo mismo estoy muy agradecido. También me han apoyado mucho los jóvenes, que por redes sociales han hecho que mi caso sea conocido en todo Chile. Gracias a ellos es que me han llegado aportes a mi Cuenta Rut que me permiten mantener mi protesta.

En La Moneda no quisieron recibirme. Vi con impotencia cómo los camioneros fueron tomados en cuenta rápidamente por la Presidenta. La única salida a esto es que la Presidenta acepte sentarse a conversar conmigo, y escuchar como Sernapesca se dedica a proteger a las grandes empresas pesqueras, mientras trata a los pequeños pescadores como delincuentes siendo que nuestro único pecado en la vida es saber trabajar con nuestras manos. Por lo mismo mi lucha no ha terminado. Seguiré mi caminata hasta el Morro de Arica, sumándole 2.000 kilómetros a los más de 1.100 que ya llevo. No sé hasta dónde dé mi cuerpo, mis piernas y mi espalda, pero es algo que tengo que hacer.


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