Dice que tenía un personaje en mente, especie de cruza entre él mismo, una legendaria estrella del rock, y un veterano militar. Iggy Pop cumple 69 en abril, piensa en el retiro y este sería su último título.
Buscó a Josh Homme como cómplice y sumaron a Dean Fertita, un comodín que se mueve entre Queens of the Stone Age, The Dead Weather y acompañando en vivo a Jack White, más el consistente batero de Arctic Monkeys, Matt Helders. La sugerencia de Iggy a Homme fue con doble filo, simple y exigente a la vez. “Llévame a un lugar donde nunca haya estado”. ¿Cómo se resuelve esta música para “la iguana”? Si cae el telón con “Post Pop Depression” resulta digno de su lugar, vívido en su oscuridad y sentimiento crepuscular.
Es el traje propicio para una leyenda que funciona mejor cuando busca alianzas. Sus obras más interesantes, “The Idiot” y “Lust for Life”, ambos de 1977, tuvieron a David Bowie detrás. Como productor y músico Homme extiende las escenografías de la última entrega de QOTSA “... Like Clockwork” (2013), decorados de sonido reseco, polvoriento, quejumbroso y reverberante desde la solemne ‘Break Into Your Heart’, el primer corte.
De inmediato Iggy Pop se asume como un crooner desértico de voz ceremonial que saluda en una reverencia al Bowie que conoció en Berlín, mientras en los coros Homme armoniza espléndido y fantasmagórico. Sigue la cadenciosa ‘Gardenia’, sujeta a un maravilloso efecto que tiende una sensación pendular acelerada. A pesar del bajo pastoso y desafiante, ‘American Valhalla’ se sucede ramplona. En ‘In the Lobby’ comienza el viaje en reversa de Josh Homme, en una línea similar a la huella impresa en Eagles of Death Metal, de revisitar y reinterpretar el rock desde sus inicios. ‘Sunday’ extiende la singladura hacia la música disco y el funk, sin perder esa malicia punk que el vocalista arrastra desde The Stooges.
La acústica y teatral ‘Vulture’ juega al spaghetti western con un remate magnífico de Iggy elevando el canto en clave flamenca. Continúa ‘German Days’ con un riff epiléptico en el arranque con las marcas dactilares de Them Crooked Vultures, y un desarrollo melódico y en los arreglos -un lindo piano en el coro por ejemplo- que nuevamente alude a “... Like Clockwork”, todos trazos redundantes en una de las mejores canciones del álbum.
El remate con ‘Paraguay’ posee la progresión, el dramatismo y clímax que reclama un buen disco: pasajes distintos, ligeras florituras, trama en ascenso, coros poderosos, giros inesperados. Los versos finales quedan resonando como una declaración de principios, una forma de vida, las maneras de Iggy Pop: “los animales salvajes / nunca se preguntan por qué / solo hacen lo que se les da la gana”.
Por Marcelo Contreras.
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