lunes, 13 de junio de 2016

LA LEY - ADAPTACIÓN

"En soledad no ganas nada", canta Beto Cuevas en 'Ya no estás', uno de los temas del nuevo disco de La Ley, "Adaptación", y la frase bien podría aplicarse al trayecto creativo de su carrera solista, que no dejó mucho para el recuerdo. Le va mejor acompañado por Mauricio Clavería y Pedro Frugone, 13 años después de "Libertad", el último jadeo de un grupo que necesitaba respirar luego de años de años sometido al exigente ritmo del mainstream.

Durante su historia, La Ley nunca rehuyó de términos como "mercado" o "producto" para hablar de su música: siempre estuvo concebida de esa forma, o al menos así fue desde que Beto Cuevas asumió por completo la batuta tras la salida de Luciano Rojas, hito que para muchos seguidores puso fin a la visión de Andrés Bobe e inició otro ciclo, enfocado en el desarrollo de una carrera que rentara de la popularidad.

"Adaptación" es justo lo que se espera de una banda con esa idiosincrasia, un disco en el que se desatan ambiciones comerciales y deseos de encajar en la modernidad, dos energías dominantes en un cancionero clínicamente elaborado, como de costumbre, que regurgita el pop contemporáneo que de seguro fue tragado antes de su elaboración. La mayoría de las canciones recuerdan a esas listas de Spotify de indie pop onda Starbucks. Nada que ver con las anteriores grabaciones post regreso: la balada 'Olvidar', destinada en primera instancia al repertorio solista de Cuevas (y notoriamente parecida a 'Open Arms' de Journey), y un descartable cover de 'Wicked Game' de Chris Isaak, muy apegado al original.

El título del disco dice todo lo que hay que saber sobre los deseos del trío: aclimatarse a la actualidad haciendo un esfuerzo por sonar lo más lozano posible con tal de ser relevante otra vez. Frugone se suma a la amplia lista de guitarristas que hacen su propia versión del estilo de The Edge de U2; Clavería, en cambio, es una presencia poco decisiva en el devenir de las canciones, tal vez porque su abordaje rockista de la batería es más apropiado para avivar conciertos que para sacar adelante discos de pop en estos tiempos. Incluso hay ocasionales trazos de esa electrónica bailable heredera de David Guetta y Deadmau5. En ningún minuto parece la clase de música que tocarían hombres que bordean los 50 años de edad, pero la nueva direccción es totalmente acorde a la forma en que opera La Ley.

Algunos rasgos nunca se pierden. El coro de 'Horas', una canción que llamativamente habla sobre las virtudes de tener paciencia ("no temas, siempre hay horas que vendrán, tiempo al tiempo y algo nuevo llegará"), desciende de la misma rama optimista de 'Tejedores de ilusión', y las ínfulas espirituales de la letra de 'Rompe el muro' ("usa la palabra y abre todos tus sentidos, que te llevarán hasta alcanzarlo todo") son marca de fábrica de Cuevas, igual que el espejismo de profundidad que genera en 'Amar para deshacer' con líneas como "quiero encontrar en tu interior nuevas formas de evitar nuestra destrucción".

Musicalmente, el grupo sigue impecable: Frugone aún tiene ases bajo la manga ('El borde'), y el falsete de Cuevas todavía es fenomenal ('Guerras de amor'). Pero su destreza no salva a "Adaptación" de ser un disco poco interesante, con canciones tan ramplonas como 'Child', en la que un padre le habla a su hijo sobre el mundo (no, no es como 'Father and son' de Cat Stevens, ojalá), o 'Soul Chauffeur', donde se reduce a una mujer al cliché de la femme fatale. Demasiado aburrido para un grupo enfocado en tener notoriedad dentro de la industria del entretenimiento.


Por Andrés Panes.

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