lunes, 18 de julio de 2016

THE MONKEES - GOOD TIMES!

No solo es la primera alineación de pop rock prefabricada de la historia, sino el resultado de una operación comercial y artística con repercusiones hasta hoy. Cualquier boy o girl band desciende de su genealogía. 

En 1965 Micky Dolenz, una ex estrella infantil, respondió un llamado de la revista Hollywood Reporter a la búsqueda de “cantantes y músicos de folk & roll para actuar en nueva serie de televisión”. Dolenz se presentó ante los productores, quienes aguardaban en una mesa plagada de botellas de Coca Cola vacías. Cogió un envase, lo movió lentamente mientras decía “jaque mate”. El puesto, suyo. También fueron reclutados Davy Jones, Michael Nesmit y Peter Tork. Entre fines de 1966 y 1968 se convirtieron en el grupo más famoso del mundo. Singles como ‘I’m Believer’ y ‘Daydream Believer’ son grandes clásicos de los sesenta. La paradoja con The Monkees es que lo de cantar y hacer discos sólo sería un plus de la serie como décadas más tarde ocurriría con Hannah Montana o el caso de Violetta en Latinoamérica, pero el cuarteto tenía talento. En esos tres años de éxitos grabaron nada menos que nueve álbumes. Sólo en los primeros cuatro meses de actividad musical vendieron seis millones de LP y otros cinco millones en singles.

Medio siglo más tarde Davy Jones está muerto y los sobrevivientes nuevamente participan de una operación montada por otros. Ante la proximidad de medio siglo de vida fue desde el sello Rhino, especialista en reediciones, donde nació la idea de un disco, el primero desde 1996. Armado con material rezagado de sus días de gloria escrito por leyendas como Harry Nilsson (autor de la canción que bautiza esta placa), Neil Diamond, Carole King y Gerry Goffin, se suman compositores contemporáneos como Rivers Cuomo de Weezer en el single ‘She Makes Me Laugh’, y un tándem impresionante entre Noel Gallagher y Paul Weller para ‘Birth of An Accidental Hipster’, tremendo título y una de las mejores canciones de todo el lanzamiento.

Los sobrevivientes aportan sus voces como en los inicios y algunos detalles instrumentales puntuales -Tork toca órgano, Nesmith, guitarra; Dolenz, batería- en un álbum grabado con sesionistas. La pretensión del material es eminentemente nostálgica, un permanente tributo a un periodo extraordinario de la música popular. Algunas mezclas son en mono con tomas crudas (‘Good Times’), otras recrean fielmente las texturas de los sesenta como sucede en ‘Love to Love’, la única donde la voz solista es del fallecido Jones. El sonido y los arreglos combinan a The Beatles entre “Rubber Soul” (1965) y “Revolver” (1966), con la escena de la costa oeste, en particular las influyentes guitarras eléctricas de doce cuerdas patentadas por The Byrds.

A pesar del medio siglo y de ser un nombre ensamblado de tarde en tarde, “Good Times!” irradia frescura, se pasa rápidamente, no tiene baches y recrea con convicción un tipo de pop rock efervescente e inmaculado al paso del tiempo.



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