Weichafe es una clara anormalidad en la escena musical chilena. No fueron ni han sido parte de algún movimiento ni tampoco aspiran a serlo. Y, en un momento particularmente apocalíptico para el rock –aunque dictado más por medios masivos y estrellas codiciosas que por los fanáticos- llegan y publican un disco que, otra vez, los descontextualiza de la actualidad.
Aquello para nada resulta una desventaja, sino una total virtud: pase lo que pase, se mantienen fieles al ideal de cultivar comunidad a partir de un afán que inicialmente busca la satisfacción propia, pero que al final termina repercutiendo en todos sus seguidores.
"Mundo hostil" refleja el particular entramado que producen Angelo Pierattini y Marcelo Da Venezia, una comunión producida no únicamente por una amistad de años sino también de gustos aparentemente contrapuestos: uno más apegado al rock y pop clásico de los sesenta y setenta, y otro con afinidades cercanas a bandas como Iron Maiden y Motörhead. También muestra el permanente interés social y crítico que los ha caracterizado a lo largo de su historia, tanto dentro como fuera del escenario. Lo más evidente está en 'Me estai hueveando', con la participación de Walter Contreras de "La carpa del diablo", en la que escupe "los políticos por los que votas trabajan para ellos", aunque también de forma mucho más delicada en 'No dispares' ("suéltame paco que cuidas de los que nos dejan sin voz, yo soy tu hijo, tu padre y tu sangre").
Es, estilísticamente, el mismo Weichafe que conocimos hasta 2009, el año de su separación. Solo que, por primera vez en su carrera, acudieron a la opinión externa, que los obligó a comprimir y a entregar la música de forma mucho más directa. El responsable fue Paco Ayala de Molotov que, reconociendo el virtuosismo de Pierattini, Da Venezia y de su nuevo baterista, Roberto Ugarte, dejó afuera los excesos dejando solo lo primordial, la potencia del sonido y del mensaje.
La escucha del álbum es fácil, no únicamente porque los 40 minutos se hacen cortos –los doce tracks se deslizan como una historia- sino porque también hay cinco canciones que ya habían sido publicadas anteriormente: 'La fuerza viene de la tierra', 'Un mundo hostil' y 'No dispares', incluidas en el EP "La luz del guerrero" (2015), además de 'Incendiando infiernos', estrenado el 2014, y la mencionada 'Me estai hueveando', incluida en la sesión del programa de Señal en Vivo, que realizó el conjunto en noviembre de 2015.
Lo que viene es muy atractivo y nada de pretencioso. 'SW (Soy Weichafe)' muestra a cabalidad la energía en vivo con que cuenta el power trío, en la que Pierattini y Da Venezia comparten roles vocales y donde el mismo Ricardo Mollo de Divididos (el primero de una lista de invitados) participa con un solo de guitarra. Arrollador y a la vez memorable. Luego, y mucho más depurada, llega 'La fuerza viene de la tierra', destinada a convertirse en uno de los himnos que los fans corean con fervor en sus shows.
Más tarde, la conocida 'Incendiando infiernos', en otra versión mejorada con respecto a la original. Y acá se va haciendo un poco más evidente otros hilos conductores en las canciones: pese a su distinta cadencia, hay un peso en los instrumentos que sintoniza en la misma línea. También se hace clara la vocación popular del grupo, no solo porque hay coros que se pueden vociferar y saltar sin esfuerzo alguno, sino también porque es fácil sentirse identificado con la rabia que propulsa a cada una de estas composiciones. Como un mazazo llega 'No tienes poder', un tema que rememora a Ministry por su furia y por el frenético sonido de la guitarra. Bajo esa misma dirección aparece 'Me estai hueveando', con la violencia de una voz que insta a despertar del sueño que el neoliberalismo ha vendido. Valiente y con actitud.
'Alcatraz', 'No dispares' y 'Bella herida' bajan las revoluciones e instan a una respuesta más emocional. 'No dispares' llega a ser conmovedora –con otra participación de Ricardo Mollo, ahora en la voz-, mientras que 'Bella herida', que une la influencia del folclor con el rock, suena catártica con el in crescendo que comienza con el diálogo vocal entre el guitarrista y el bajista y la base de Ugarte, que explota en la línea "bala perdida/trazas mi vida/ay bella herida/fuego y caída". En un álbum con excelentes canciones, ésta debe ser una de las mejores.
'Un mundo hostil' está hermanada con 'Azar' (de "Pena de ti", 2004), pero apela a la brevedad: poco menos de dos minutos. 'Rey sol' continúa en la línea de la unión del folclor con el rock, mucho más rítmica, con uno de los pocos solos de guitarra que Angelo realiza en el disco. Casi al final, aparece la intervención de la nonagenaria actriz Bélgica Castro, en 'Me cambiaron todo', la revelación de un paisaje que evoluciona constantemente. Para cerrar está 'Fe maldita', que cuenta con el mismo Paco Ayala en voz y que se convierte en el tema más extenso del disco, llegando casi a los seis minutos. Una canción que se inspiró en la guerra en Siria y que repite como un mantra "Ser feliz aunque nos cueste resistir / Y estar al frente / Listas las bombas de gas, bombas de gas, bombas de gas, bombas de gas". La catarsis continúa, y evoca a los primeros días de su carrera, como completando un ciclo.
Weichafe encontró en "Mundo hostil" lo que secretamente siempre ha aspirado: canciones de una energía liberadora, que complacen a la banda y a sus fans. Lo mejor de todo, es que este trabajo, el quinto de su historia, se levanta solo. No tienen parangón en la actualidad, y todo lo que el trío produjo en su pasado se sintetiza en estas canciones e incluso sirve como introducción para el que desee introducirse en la discografía del grupo. Reuniendo los ingredientes de siempre, el peso, la sensibilidad, la rabia y su interés social, Weichafe lo ha hecho como nunca. Nada menos que el mejor disco de su carrera.
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