sábado, 18 de marzo de 2017

TEMPLES - VOLCANO

Cunde ligera desilusión entre especialistas porque el cuarteto británico Temples (Kettering, 2012) asumió unos cuantos cambios en este segundo álbum, tras el elogiado debut “Sun Structures” (2014), obra sorprendente, de pasmosa elocuencia, como una gran canción subdividida que a su vez mantiene todos los elementos de singularidad en cada una de sus partes. 

La mezcla y el sonido, simplemente fenomenales, una verdadera experiencia. El disco los instaló con justicia entre las promesas del alicaído rock inglés, y en este caso los halagos no parecían simple chovinismo. Temples comprendía y expresaba la psicodelia con inusual frescura, logrando un equilibrio siempre complejo entre asumir raíces y obsesiones, y dotar ese bagaje inspirador de un sello propio. Este segundo disco ha descolocado a la crítica porque parece un trabajo más convencional. Las estructuras de las canciones y el sonido son más concretos. El timón instrumental pasó de las ambientaciones guiadas por guitarras superpuestas y una ingeniosa posición sonora de la batería, a los sintetizadores. La jugada recuerda, por lo demás, al cambio de switch aplicado por Tame Impala entre “Lonerism” (2012) y “Currents” (2015), pero el grupo no ha perdido inspiración alguna, sino que simplemente han optado por trabajar con otros materiales.

El resultado sigue siendo impresionante. Si el viaje anterior podía ser un paseo de ribetes cinematográficos y psicotrópicos, “Volcano” alcanza connotaciones cósmicas igualmente interesantes. Temples ha abierto más ventanas y aquello difícilmente puede provocar desilusión. Tampoco es un quiebre brutal, para nada. ‘Mystery of Pop’ mantiene ese gusto a lisergia de los sesenta del primer álbum, sin embargo se expresa con una sonoridad más reseca y las cascadas de teclados reemplazan lo que antes protagonizaban las guitarras, que de todas formas siguen presentes. ‘Roman God-like Man’ resuena al glam de T Rex pero con una cuadratura rítmica absolutamente moderna. Son cortes inscritos hacia el final del álbum, rematado con ‘Strange or Be Forgotten’, de brillante synth pop con puentes de guitarras cristalinas. En el inicio con ‘Certainty’, Temples se lanza con un pulso cadencioso donde los sintes asumen de inmediato el control y la necesidad constante de martillar un buen coro, como el gusto por una base rítmica densa y libre a la vez hace de ‘Oh the Saviour’ una delicia.

El ejercicio de la comparación entre el debut y esta segunda entrega de Temples tiene un sentido relativo. Lo que aquí resalta es un grupo con un tipo de audacia que cuesta rastrear. Podían repetir el plato y lo dejaron pasar para probar que son capaces de desenvolverse en otros espacios y lenguajes. “Volcano” no solo supera la prueba del segundo álbum sino que amplía las expectativas. Aquí hay futuro.



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