"Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band" era el mejor álbum de The Beatles, crecimos con ese dogma. Con el tiempo otros títulos entraron en competencia: "Revolver" (1966) como el inicio de una reacción atómica creativa más tarde expuesta a plenitud en "The White Album" (1968), como fueron revalorizados "Rubber Soul" (1965), el primer trabajo con señales de madurez, y "Abbey Road" (1969) grabado ante la inminencia del final con el ánimo de disfrutar la despedida de un viaje artístico que había cambiado al mundo, en una década prodigiosa e inigualable como los 60.
¿"Sgt. Pepper’s..." tiene las mejores canciones de The Beatles? No. Lo que si hizo fue traspasar los bordes de lo meramente musical para señalar el futuro. Consagró al long play más allá de un formato que reunía singles y canciones de relleno, sino con un valor propio que dominaría por casi veinte años a la industria discográfica, elevando todo el producto a la categoría de una pieza de arte popular. La carátula situaba al conjunto como el eje de la cultura de masas del siglo XX mientras las letras impresas manifestaban la importancia del contenido lírico. Su diseño desplegable, más el acto reflejo de quien descubría su carátula tratando de reconocer a las figuras en la portada, ofrecía una experiencia que conectaba con los juegos de la niñez. Todo aquello bajo diversidad de colores con el grupo enfundado en trajes llamativos y un nuevo cambio de look (¿cuantos estilos de ropa y corte de cabello en apenas ocho años?), hacían de "Sgt. Pepper’s..." una obra descomunal, que abría el género de los álbumes conceptuales sin que en rigor lo fuera.
Musicalmente es desigual y registra los primeros cabreos evidentes entre Lennon y McCartney, el primero molesto por el protagonismo del bajista. Harrison, que había escrito tres sólidos temas en "Revolver", quedó relegado a 'Within You Without You', un tibio adelanto de la world music, y Ringo siguió confinado a cantar la pieza aparentemente bobalicona con 'With a Little Help from My Friends', y sus alusiones a las drogas. Paul seguía interesado en temáticas de vodevil, esas canciones con aroma de tiendas de antigüedades como 'When I’m Sixty-Four' que agradaban a padres y abuelos. Por supuesto, hay composiciones fenomenales, extraordinarias, que podrían ser publicadas ahora y enamorar al mundo otra vez como sucedía en aquella época, esa sensación de que la conexión artística entre ellos era asombrosa: el power pop simplemente perfecto de 'Getting Better' y 'Lovely Rita', y la monumentalidad de 'A Day in the Life' con la huella universal en la voz de Lennon -ese eco, esa reverberación- hablándonos directamente, flanqueado por los redobles imposibles e incansables de Ringo, un zurdo que tocaba como diestro.
Un joven Pete Townshend comentaba en una entrevista que había escuchado los discos en estéreo de The Beatles, y que no le causaba gran impresión el efecto con las voces por un lado y por otro los instrumentos. Los fans debaten si es mejor la versión en mono o dividida en canales. Tras la reedición en 2014 de la discografía oficial en vinilos de 180 gramos en mono, surgió una ola de declaraciones a favor de esa alternativa. Según un apasionado artículo titulado "Tú no conoces a los verdaderos Beatles hasta que no escuchas el Sgt. Pepper’s en mono", publicado en Observer.com, resulta crucial experimentar así ese álbum en particular, porque surgía otra obra, una que prescindía del colorido y convertía a The Beatles en una banda mucho más áspera y rockera, incluso cínica frente a ese ambiente de sicodelia, paz y amor en plena ebullición que protagonizaban.
La remezcla por el medio siglo de esta obra capital mantiene la calidad y el concepto desde la reedición de "Let It Be" (1970) como "Let It Be... Naked" (2003) que prescindía de los ornamentos de Phil Spector para reforzar la columna instrumental, y la contundencia alcanzada en "1", editado originalmente en 2000 y remezclado hace un par de años por el productor Giles Martin, el hijo de George Martin relacionado con el catálogo Beatles desde 1995. De alguna manera su trabajo parece responder a las quejas del líder de The Who. No solo hay un brillo natural en la textura de los instrumentos sin caer en artificios en tanto se desempolvan distintos ornamentos hasta ahora ocultos, sino que esa separación brutal de pistas ha sido armonizada ostensiblemente. Si el mono ofrece una experiencia concreta y focalizada, y la edición original en estéreo abría el cuadro dejando inmensos baches en la vista panorámica, esta versión de "Sgt Pepper’s..." no solo encuentra un punto exacto entre ambas opciones, sino que empuja los detalles en una experiencia envolvente.
Toda la segunda parte de esta edición ofrece la artesanía y el taller tras las canciones: versiones alternativas, diálogos, diferentes fraseos. También varias tomas de 'Strawberry Fields Forever', que en rigor debió estar en este álbum. Es una experiencia palpar la progresión del trabajo y la manera en que la producción de George Martin resultaba clave en el proceso. Es como observar un rompecabezas a medio armar. Después de medio siglo no importa mucho si es el mejor álbum de The Beatles, sino apreciar con nuevos lentes y posibilidades cómo cuatro tipos se asociaron para componer piezas que perdurarán por siempre.
Por Marcelo Contreras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario