El inmueble ubicado en Antonio José de Sucre construido en hormigón y acero, es una de las escasas piezas art decó de Antofagasta y el único teatro de esas características, reflejo de una época de confluencia de diversas crisis pero también de voluntades de modernización de la arquitectura hacia expresiones más modernas.
“Es representativo de la simbiosis entre la industria minera y el desarrollo urbano en una época de cambios, en que las empresas, el Estado y el municipio levantan construcciones consideradas como “modernas”, en un proceso de renovación que va aparejado del convencimiento de que Antofagasta necesitaba estar a la altura de lo que otras urbes ofrecían a sus habitantes. Así por ejemplo, el hormigón y el acero comenzaron a desplazar a la madera, el adobe y la caña”, dijo Ángel Cabeza, Director Nacional de Bibliotecas Archivos y Museos y Vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales, al exponer los valores que fueron reconocidos en el edificio.
La construcción se inscribe dentro de las obras particulares de los arquitectos Gustavo Monckeberg y José Aracena, conocidos por su aporte en el diseño y construcción de innumerables inmuebles bajo el alero de la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales.
Ambos arquitectos diseñaron una serie de edificios destinados a teatros y cines en la ciudad de Santiago, entre los cuales se encuentran Teatro Esmeralda en 1922; el Monumento Nacional Teatro Carrera 1926; Teatro Septiembre, Teatro Prat y Teatro O’Higgins 1926-1030; Teatro Novedades 1930 y la restauración del Teatro Politeama 1920-1930.
El Teatro Nacional de Antofagasta, pareciera ser el único edificio diseñado por los arquitectos para una ciudad situada en el ámbito regional.
“Se trata de un teatro reconocido y valorado hasta el día de hoy por quienes fueron su público, siendo parte de la memoria colectiva de la ciudadanía. Su vida activa de casi 65 años ha significado que la gran mayoría de los antofagastinos identifiquen sus recuerdos cinematográficos con esta sala. Sede de todos los estrenos clásicos del cine, este lugar tiene la particularidad de unir generaciones. Esta transversalidad en los recuerdos y vivencias ha quedado de manifiesto en las publicaciones de prensa, redes sociales y campañas de firmas cuyo fin ha sido proteger el inmueble”, señaló por su parte Ana Paz Cárdenas, Secretaria Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales.
El teatro, el primero en exhibir cintas sonaras en la región, cumplió funciones continuamente hasta 1990 con una capacidad para 2000 espectadores, manteniendo en la actualidad un buen estado de conservación.
La aprobación de la solicitud de protección patrimonial será remitida al Ministerio de Educación para la dictación del decreto respectivo.
Fuente: Consejo de Monumentos Nacionales de Chile.
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