lunes, 25 de septiembre de 2017

QUEENS OF THE STONE AGE - VILLAINS

A estas alturas, los discos de Queens of the Stone Age deberían venir con un mensaje de advertencia: “puristas, abstenerse”. Josh Homme y su combo, nuevamente, dan giro completo al timón, y entregan un álbum que si bien es de menos fiereza, tiene altas dosis de provocación.

En épocas donde se pide a gritos un salvavidas al viejo rock, entendido como esa pared de distorsiones e intensidad, la banda de Palm Desert desafía su destino, esquiva su pasado stoner –aunque la primera frase de Josh sea “I was born in the desert” (“nací en el desierto”)- y busca alianza en el productor Mark Ronson, no tan conocido por trabajar con Paul McCartney, pero si viralizado hasta el cansancio gracias a una de las grandes canciones pop de la década, ‘Uptown Funk’. Así es como Homme tensa las relaciones y rompe dogmas, incluso más que otros profetas generacionales que han buscado aire fresco en el mundo del pop, como Steven Wilson.

Sería fácil cargar sobre los hombros de Ronson la nueva sonoridad del grupo, más aún si el single es ‘The Way You Used to Do’, una canción que trae sus característicos riffs robóticos en estado de gracia, casi rockabillys, acompañados de unas palmas que recuerdan ipso facto a Bruno Mars, y que obligan, irremediablemente, a mover el pie al son de su ritmo pegajoso. Suena increíblemente bien y es bailable por donde se le analice, para nada lejano al colorado compositor, que se permitía esas licencias en Eagles of the Death Metal. Por esto mismo, sería sumamente injusto no atribuirle a Homme su responsabilidad en este nuevo sonido logrado. Nunca le ha hecho falta que le digan cómo tiene que hacer las cosas. Si en su cabeza aparece un sonido que sólo existe en su imaginario, hará cualquier cosa para hacerlo realidad. Ya enchufó una guitarra a un amplificador de bajo en su juventud para dotar al stoner de su sonoridad única. El tipo es un obstinado, y si en estos tiempos quiere sonar pop y bailable, sin duda hizo todo lo posible para lograrlo. Y lo consiguió.

Pero hay que decirlo claro: esto es pop bajo el filtro Queens of the Stone Age. Lo dice el mismo Ronson: “es un sueño pesado, sombrío y maravilloso”. La síntesis de la frase no es el single, sino su primer track, ‘Feet Don’t Fail Me’, que tarda más de un minuto en estallar, pero es un contrarreloj calculado para mantener la expectación. Cuando suenan las guitarras, y sobre todo los teclados –los grandes protagonistas del disco-, uno sabe que el efectismo estará por sobre la vanguardia.

Sin embargo, algunos de los terrenos por donde transita “Villains” son poco explorados. Y es en esos momentos en donde el tándem Homme-Ronson pierde la brújula. ‘Domesticated Animals’, ‘Hideaway’ o ‘Villains of Circumstance’, sin ser malas canciones, presentan un sonido comprimido, se pierde entre tanto detalle de sintetizadores y secuencias, o relegan mucho del espíritu valvular de la banda. ‘Un-reborn Again’ intentar traer esa modernidad casi perfecta de ‘Misfit Love’, pero sin esa innovación ni suciedad de aquella intuitiva canción de hace ya diez años. Otras canciones como la reflexiva ‘Fortress’, es puente hacia el “… Like Clockwork”; o ‘Head like a Haunted House’ que tiene una batería punk ramonera frenética y unos riffs juguetones a lo The Kinks, que también se logran vislumbrar en ‘The Evil Has Landed’, quizás la canción con más espíritu del Queens of the Stone Age tradicional.

Josh toma el complejo reto de jugar a ser nuestro villano favorito. Como nunca, deja aflorar la provocación incómoda cada vez que muestra sus falsetes perversos. No lo hace para demostrar algún salto evolutivo, ni buscar el clamor popular. Lo hace porque sabe que es el puto amo del rocanrol de la década, y porque nunca se ha quedado estancado en su zona de confort. Ese riesgo, en algún momento, pasa factura. ¿Le importa? Un carajo.

Puede que “Villains” sea el menos innovador de sus discos, en cuanto a sonoridad, pero sí uno de los más arriesgados. Se detecta la fórmula comercial, a partes iguales que los detalles elegantes y únicos que han hecho de Queens of the Stone Age un grupo trascendente. Quizás no sea el que queremos, pero sí el que aún necesitamos.



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