El 3 de enero de 2008 la vida de Matías Catrileo terminó por un disparo. El joven mapuche de 22 años se encontraba en una toma en el fundo Santa Margarita de propiedad de Jorge Luchsinger, cuando una bala de una subametralladora UZI disparada por el cabo segundo, Walter Ramírez, lo alcanzó por la espalda.
El carabinero fue condenado en 2010 por la Corte Marcial, a tres años y un día de libertad vigilada por el delito de violencia innecesaria, lo que fue ratificado por la Corte Suprema en 2015, cuando el Estado fue obligado a pagar una indemnización a la madre y a la hermana del joven.
El texto emitido por el Máximo Tribunal, establece que “el cabo segundo Walter Ramírez utilizó armas de fuego no existiendo un peligro real e inminente para su integridad, razón por lo que la violencia ejercida al momento de los hechos fue del todo innecesaria y no encuentra motivo racional que la justifique”.
A diez años de la muerte de Matías, su hermana, Catalina Catrileo, señaló que hubo “absoluta impunidad sobre su asesinato”. A su juicio, “las leyes chilenas protegen a quienes reprimen y no a quienes se manifiestan y luchan”.
“Si bien fue culpable el asesino, la sentencia no fue ningún castigo. No hubo cárcel y las leyes ayudaron a que eso ocurriera. No hay justicia y se sigue reprimiendo a las comunidades. Legalmente ya hicimos todo lo que se podía hacer en Chile y aunque es importante decir que el Estado fue condenado, eso no hace que haya menos militarización en Wallmapu”, afirmó.
Matías estudió en un colegio en La Florida y luego ingresó al Liceo José Victorino Lastarria, después decidió aprender música y mapudugun. Cuando cumplió 18 años ingresó al servicio militar. Tiempo después se fue a vivir a Temuco, donde comenzó a estudiar agronomía en la Universidad de La Frontera (UFRO).
Por Karina Palma.
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