sábado, 19 de mayo de 2018

GODSMACK - WHEN LEGENDS RISE

Con la inagotable y a veces retocada idea de expandir su sonido, Godsmack presentó este año su séptimo trabajo de estudio, ‘When Legends Rise’, tras “1000hp”, de 2014. 

La intención de abarcar otros terrenos sonoros no es nueva, pero siempre arriesgada: a veces, como en el caso de Korn, se transforma en una caída sin fondo. En los formados en Massachusetts esta exploración representa el tanteo hacia terrenos menos duros, tomando sintonía con los géneros más pop de las corrientes alternativas. Sully Erna, líder de la banda, de alguna manera ya lo anticipaba: "No puedo vivir todos los años preocupándome y preguntándome si los metaleros adorarán todo lo que hago". En una entrevista de este año, el cantante y guitarrista preparaba el piso para sus fans.

Y es que el disco muestra la cara más emo de la banda, haciendo solo algunos guiños hacia su veta cruda, la cual, por cierto, sirvió para que los estadounidenses se metieran entre los nombres fuertes del rock de comienzos de la década de 2000 y obtuvieran algunas nominaciones a los Premios Grammy. La canción homónima del disco da la apertura mostrando esa particular fuerza que recorre el nu metal, el post grunge y lo más alternativo del rock. Pero se decanta rápido hacia sonoridades menos duras. Una sección de batería de Shannon Larkin da el arranque, para luego dar paso al riff inicial de Tony Rombola. Eso sí, el corte, que no supera los tres minutos, muestra que los estadounidenses tienen la fórmula para hacer canciones de coros ‘oreja’ y que bien podrían poner en un comercial de alta rotación en cualquier parte del mundo.

En este trabajo Erna se aleja totalmente de la dureza y oscuridad vocal de sus primeras entregas, donde buscaba emparentar recurrentemente su registro con el del fallecido cantante de Alice in Chains, Layne Staley. ‘Bulletproof’ sabe a Hoobastank ; ‘Under Your Scars’ pone una pausa en formato de balada; ‘Someday’ es otra de las radiales y ‘Say My Name’ trae algo de su antiguo sonido, al igual que ‘Eye of the Storm’.

Godsmack en esta ocasión se mueve varios metros hacia una vereda más pop, tal como hicieron algunas bandas de la década de 2000. En ello, muestra que no tiene problemas en hacer buenas canciones con menos oscuridad en su sonido. Pero, por otro lado, se encamina en un estilo que pudo haber tenido auge hace diez años. Si su intención era este viraje, hoy queda anacrónico.



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