El edificio del antiguo Hospital Inglés representa muy claramente las inversiones y las necesidades sanitarias de la colonia británica presente en Antofagasta, en gran medida debido a la presencia del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia.
El antiguo Hospital Inglés es un edificio aislado situado en el cruce de las calles Iquique (antigua calle Carretas) y Zenteno. La vía férrea que ingresa al patio del Ferrocarril Antofagasta pasa frente a su fachada por calle Iquique. Está situado junto al Barrio Bellavista.
El Hospital estaba orientado a la atención del personal del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia. Según un plano del edificio en el Museo de Ferrocarril, firmado por R. Anderson de la Oficina de Ingenieros del FCAB, su construcción se inició en enero de 1904 y fue terminado en 1907.
Como indica el FCAB: “Considerando la necesidad de contar con una dependencia que cobijara convenientemente al Servicio Médico del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, el Directorio aprobó en 1906, durante la gestión del Administrador General Sr. Harry Usher, la construcción de un edificio de dos pisos, a cuyo efecto, se contrató al Sr. Jorge Brown, quien lo terminó en 1907.”
La construcción del Hospital Inglés tiene dos pisos, planta en forma de “L” y está edificada en madera, en sistema balloon frame. La altura de los dos pisos es muy elevada, adecuada a un edificio de uso público. Las fachadas por calle Iquique y Zenteno, y las posteriores poseen amplias galerías perimetrales, que sirven como un elemento de control climático, ya que sombrea las fachadas. Las barandillas de la galería superior, están compuestas de crucetas.
La planta en “L”, cuya esquina apunta hacia el noreste, está organizada por el interior con un pasillo central, que tiene en el ángulo una escalera que comunica ambas plantas. A ambos lados de ese pasillo se disponen los recintos, y en ambos extremos, sur y oeste, poseen elevadas escaleras de servicio ya que la pendiente va descendiendo hacia los extremos del edificio, tanto el sur como el oeste.
Los recintos de la primera planta, hacia calle Zenteno, son cocina, despensa, pieza de la ama de casa, pieza de dispensador, dispensario, cirugía, pieza del doctor y, al girar por calle Iquique, un hall de acceso y la escalera, luego la sala de recepción, salas de enfermos de tercera clase, y la escalera de servicio sur, y la estructura soportante del depósito de agua. Devolviendonos, por el otro lado del pasillo, estaban las salas de enfermos de segunda clase, en el giro hacia el oeste, los almacenes, los baños, un pasillo que comunicaba el pasillo interior con la galería posterior, servicios higiénicos, teatro y operaciones.
Por fuera de forma aislada hacia el oeste estaba el bloque de aislación, y al suroeste en la diagonal que limitaba con el terreno de la Compañía de Salitres, en un pabellón largo estaba la farmacia, las habitaciones de sirvientes, baños, lavandería, morgue, lampistería, sala de calderas. Además hacia el sureste estaban de forma aislada los recintos para animales.
En la segunda planta, hacia el oeste la planta empieza por una terraza, luego al ingresar al pasillo central, por Zenteno había servicios higiénicos, despensa, cocina, comedor, en el giro, pieza de dibujo, por calle Iquique, habitaciones, sala de enfermos de primera clase, comedor de enfermeras, y otra sala de enfermos de primera clase. Por el otro lado del pasillo, estaban las habitaciones de las enfermeras, en el giro la escalera, y más servicios higiénicos.
Su fachada más angosta y con mayor pendiente, por calle Zenteno, también posee por el exterior una escalera de ida y vuelta, que conduce al segundo piso, dispuesta en paralelo a la galería y sin cubierta, y que le entrega gran expresividad y dinamismo al edificio al subir por Zenteno desde la costa. Esa escalera debió ser agregada cuando el edificio albergó el Colegio Inglés, así como un tobogán para emergencias por calle Iquique. El cuerpo de esa misma fachada, en la primera planta es más extensa hacia el este, luego de la escalera, lo que permite que en el segundo nivel haya una terraza que mira hacia el mar.
El diseño de la cubierta tiene muy poca pendiente, lo que sumado a su extensión sobre la galería, revela la claridad de sus diseñadores respecto del clima desértico costero de Antofagasta, definiendo una estructura para proteger del sol, más que de la lluvia. Otros edificios que poseen ciertas similitudes en cuanto su diseño de cubierta y galerías, son el notable edificio del Museo Regional (antigua Casa de Chile o Edificio de la Intervención Chilena) así como la Casa de Huéspedes de Soquimich (anteriormente de la Compañía de Salitres). El segundo piso del Hospital Inglés, además posee una serie de bow windows, que aluden a su arquitectura de raíz inglesa, así como la Casa de Huéspedes de Soquimich.
El edificio a partir de 1926 es utilizado por el Colegio Inglés
En 1926 el Colegio Inglés comenzó a funcionar, impartiendo clases a los hijos de los ejecutivos de la ferroviaria, y mucho después, a destacados hijos de funcionarios menores del ferrocarril. El Hospital, en tanto, quedó circunscrito al primer piso resguardando una especie de morgue en el subterráneo del edificio. Como centro de salud funcionó hasta 1973 y el Colegio Inglés hasta 1981. En noviembre de 1982 previa ocupación del inmueble por José Riveros Muñoz comenzó a funcionar el actual Colegio Antofagasta.
Si las maderas hablaran, dice el dicho, cientos de historias contarían. Y es que una larga historia tiene el edificio que ocupa el ex Colegio Antofagasta, hecho que se valida más aún en las celebraciones del Día del Patrimonio.
Es así como originalmente aquellos terrenos correspondieron a un cementerio. Posteriormente el sitio fue comprado por el ferrocarril de la compañía chilena de salitreras (actual Ferrocarril Antofagasta Bolivia) de capitales ingleses.
Entre sus primeros administradores se encuentran Agustín Figueroa y Mister Perd, que durante la época post Primera Guerra Mundial fueron condecorados por servicios prestados.
Colegio Inglés
En 1926 el Colegio Inglés comenzó a funcionar, impartiendo clases a los hijos de los ejecutivos de la ferroviaria, y mucho después, a destacados hijos de funcionarios menores del ferrocarril.
El Hospital, en tanto, quedó circunscrito al primer piso resguardando una especie de morgue en el subterráneo del edificio. Como centro de salud funcionó hasta 1973 y el Colegio Inglés hasta 1981.
En noviembre de 1982 previa ocupación del inmueble por José Riveros Muñoz comenzó a funcionar el ex Colegio Antofagasta.
En 1982, el inmueble albergó al Colegio Antofagasta. Donde hasta el 2007 vio pasar 25 generaciones y miles de historias en los pasillos de la antigua casona de madera guarda.
“Fuimos conocidos por ser el colegio del tobogán que -efectivamente- era un sistema de seguridad, construido con la llegada del Colegio Inglés en 1926. Nosotros en nuestros años en el inmueble también lo utilizábamos como vía de evacuación, dándole un uso adecuado a todas las dependencias del inmueble. Formamos parte de la construcción de la historia del edificio por el solo hecho de partir nuestra historia en un inmueble que ya traía su historia”, señaló el rector del Colegio Antofagasta, José Rivero Muñoz.
El antiguo edificio del tobogán, albergó cientos de historias. Los alumnos que formaron parte del colegio en su funcionamiento en calle Zenteno, recuerdan la sensación de estar en un inmueble con historia. El querer saber más sobre cual dependencia del ex Hospital Inglés correspondía a su sala, la adrenalina de lanzarse en un tobogán de madera y la búsqueda interminable de la morgue en el subterráneo del edificio.
“Se sentía la historia dentro del colegio, esa sensación acogedora que entregaba la casona. Existía esa magia de querer saber más de la historia y la mística que traía el edificio. Se sentía esa historia dentro del colegio. Da una pena enorme el estado del ex Colegio Antofagasta hoy , yo crecí en esa casona, parte de mi vida está ahí”, indicó la estudiante de Fonoaudiología, Mitzy Astete.
La sensación de no tener donde volver o poder entrar a las dependencias del inmueble toca en su mayoría a quienes pasaron por la ex casona del Colegio Antofagasta. “Yo quisiera poder entrar al inmueble y recordar los momentos que viví ahí. Nos encariñamos los alumnos, los profesores, los apoderados y la comunidad del colegio con el inmueble. Es una pena ver que se va deteriorando con el ajetreo diario. Deberíamos aprovechar ese espacio para fomentar la cultura en Antofagasta y relacionarlo con el sello que dejó el Colegio Antofagasta, fomentando la identidad de la ciudad”, señaló el coordinador de convivencia escolar del Colegio Antofagasta, Rafael Carrazana.
“Cada una de las personas que estuvimos en ese colegio, tenemos un sentimiento de pertenencia muy potente, por ende, da mucha pena pasar por la casona y ver lo deteriorada que está. No hay nada que sobrepase el valor que le dan las personas a los espacios. Esa casona estaba viva, llena de risas e historias. Hoy es una flor que se está marchitando. Tiene un valor muy significativo para cada uno que nos formamos en esa casona, sería espectacular que se pudiera rescatar como un espacio público”, señaló la estudiante de Trabajo Social y ex alumna del Colegio Antofagasta, Grissel Ponce.
“Sería bastante bueno para la comunidad antofagastina levantar aquel lugar, como un espacio donde fluya la cultura, el patrimonio y las artes. Y qué mejor que este edificio que forma parte importante de la identidad Antofagastina”, señaló el sociólogo, Camilo Kong.
El ex Hospital Inglés -o más conocido como el edificio que albergó al Colegio Antofagasta por 25 años- hoy se encuentra abandonado. El paso del tiempo ha hecho lo suyo y los vestigios se notan claramente. Quienes lo valoran esperan que en algún momento vuelva a revivir esta esquina y seguir construyendo historias para Antofagasta.
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