Rechazo por parte de la comunidad antofagastina ante memorial ubicado a un costado de un conocido en el Parque Brasil. Ya que el monumento es un homenaje a dos oficiales golpistas asesinados por un carabinero del MIR y con la leyenda "siempre vivan los que por la patria mueren", esta es su historia.
En el Parque Brasil de Antofagasta se emplaza este monumento a los oficiales de Carabineros, Osvaldo Muñoz y José Dávila. Una placa de concreto destaca el título del parque y señala que el monumento fue levantado a solicitud de la entonces Universidad Técnica del Estado. El mayor Osvaldo Muñoz y el capitán José Dávila eran los comisarios y subcomisarios, respectivamente, de la Cuarta Comisaría de Antofagasta, donde servía el carabinero Guillermo Smith Godoy. Este último había formado la única célula conocida del MIR en la policía uniformada. Días antes del 11 de septiembre de 1973, el propio cuñado de Smith, también carabinero de esa dotación, lo había delatado frente a los oficiales Muñoz y Dávila.
Así, el día del golpe, Smith se presenta en la comisaría y es detenido, insultado y conminado a ejecutar a algunos obreros de la Compañía de Cervercerías Unidas que estaban presos por haber resistido el asalto militar a su lugar de trabajo. El mayor Osvaldo Muñoz le ofrece a Smith perdonarle la vida si dispara a los prisioneros, pero Smith le retruca su lealtad a la Constitución: “Yo no mato trabajadores”, le dice antes de sacar un arma que tenía escondida en su ropa y disparar mortalmente al mayor Muñoz y al capitán Dávila. Luego de esto, Smith es torturado por sus compañeros de armas, trasladado a la cárcel y fusilado al día siguiente. El golpe de Estado de 1973 inauguró un período represivo sin antecedentes en nuestro país.
Habida cuenta de la robusta organización popular en el seno de los partidos tradicionales de izquierda, al momento de derrocar al gobierno de la Unidad Popular, los militares de las tres ramas castrenses más las fuerzas de orden desataron una represión sistemática sobre estos sectores, caracterizada por la prisión política, la tortura, las ejecuciones y la desaparición de los cuerpos; todo esto en el marco de la doctrina de seguridad nacional con que la CIA educó a las fuerzas armadas de los países latinoamericanos durante los años ’60, ’70 y ’80. Según los informes Rettig (1990) y Valech (2003, 2010), entre los años 1973 y 1990, los agentes del Estado chileno asesinaron o hicieron desaparecer a más de 3 mil personas, y sometieron a prisión política y torturas a 40 mil. Si bien estas acciones fueron producto de una doctrina sistemática de las fuerzas armadas, hubo dos organismos legales encargados de la represión: la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, que operó entre 1973 y 1977, y la Central Nacional de Informaciones, vigente entre 1977 y 1990.
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