viernes, 13 de marzo de 2015

LA COMPLICIDAD DE CLAUDIO SÁNCHEZ

Hay noticias que alegran y refuerzan el creer que sí hay justicia en Chile. Y más si provienen del propio nido que recoge, selecciona e interpreta el quehacer noticioso.

Digo esto luego de leer que La Novena Sala del tribunal de alzada decidió por unanimidad dejar sin efecto la apelación del ex reportero de Canal 13, quien apeló a la sanción que el Colegio de Periodistas le aplicó en mayo del 2007 por avalar un montaje de la DINA (Gestapo de Pinochet).

También el Colegio de Periodistas en Chile investigó el rol de esos periodistas y medios informativos que violaron el código de ética que regula la profesión. En un sumario del Colegio aparecen vinculados a una operación montada por la DINA los periodistas Claudio Sánchez, Julio López Blanco, Roberto Araya Silva, Vicente Pérez Zurita y Manfredo Mayol Durán.

Claudio Sánchez y Julio López Blanco participaron en un montaje de la DINA. Fue un enfrentamiento inventado para “legitimar” el asesinato de siete personas detenidas y torturadas hasta la muerte en Villa Grimaldi. Los periodistas mencionados mostraron en la televisión este supuesto enfrentamiento producido entre agentes de la dictadura con militantes del MIR y del Partido Comunista en noviembre de 1975.

Toda la prensa repitió el mismo guión, comenzando por los diarios de Agustín Edwards, El Mercurio, La Segunda, Últimas Noticias, etc., y Copesa, la otra rama del duopolio del papel impreso, hizo lo mismo en La Tercera, revista Qué Pasa y lo hicieron todos los medios del país.

A la par las cómplices cámaras de la peor época de la dictadura mostraban a Julio López y Claudio Sanchez ataviados con impecables trajes de lino blanco, exhibiendo cápsulas de utilería de balas supuestamente percutadas en la contienda. Estos periodistas como un acto de teatro mal montado, brincaban entre pequeños arbustos balbuceando dónde operaron los protagonistas (los que ellos llamaban “terroristas”) del “enfrentamiento”. No mostraron nada parecido a huellas de sangre, ni siquiera salsa de tomates, tampoco había cadáveres, sólo cápsulas vacías, piedras, arbustos y el pasto ralo de una suave ladera.

Uno de los involucrados declaró que el libreto se los entregó la DINA. Judicialmente se estableció la falsedad del enfrentamiento y la justicia procesó como autores de homicidio calificado a los capos de la DINA, todos integrantes del Ejército, empezando por Manuel Contreras, Moren Brito, Krassnoff  Martchenko,  Basclay Zapata, Ferrer Lima y Wenderoth Pozo.

Los periodistas mencionados fueron objeto de interrogatorio judicial como colaboradores de la DINA.  Y  como resultado del sumario realizado por el Colegio de Periodistas fue expulsado el agente y periodista de la DINA, Roberto Araya Silva.

Julio López Blanco, Claudio Sánchez, fueron amonestados públicamente y suspendida la colegiatura por un año. Sanción débil y simbólica, aunque con un importante desprestigio y valor moral.

El montaje de este supuesto enfrentamiento para explicar el asesinato premeditado tras torturas de siete personas es conocido como el caso de la Rinconada de Maipú, y no fue el único montaje de la dictadura militar. Operación Colombo tiene las mismas aristas; “119 opositores se habrían matado entre sí”. El titular de un diario de la cadena mercurial “Exterminados como ratas” es el símbolo que representa a esos medios, a la derecha y al ejército que actuó como su brazo armado.

Porque la responsabilidad represiva es institucional como avalan las noticias de los procesos en curso.

Ese rostro momificado que hoy tiene Claudio Sánchez, representaba el odio sin barreras, el triunfo de la muerte sobre la vida, la fuerza sobre el espíritu, lo militar sobre lo político. Un servil de la dictadura genocida de Pinochet, que tiene directa relación con el encubrimiento de los más horrendos crímenes cometidos durante 17 años de terrorismo de estado, hoy Claudio Sanchez, en cualquier país civilizado, debería ser procesado como cómplice y encubridor. Él, como todos aquellos “periodistas” debiesen estar presos por sus delitos, como todos los criminales, no merecen otra cosa además del desprecio del pueblo.



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