lunes, 15 de agosto de 2016

GOJIRA - MAGMA

Los reencuentros con Gojira siempre traen algo especial, a veces de manera intencionada y otras por las casualidades que entrega la vida. 

Esta vez, el monstruo nipón no se relaciona con el mundo terrestre, ni marino, ni espacial, sino que se interioriza en lo más profundo del planeta, del hombre, para llegar al mismísimo magma que inunda el corazón de los hermanos Duplantier. Un álbum íntimo, depresivo, que extrapola las últimas vivencias de los franceses en estos dos años desde el aclamado “L’Enfant Sauvage” de 2014.

Desde el principio, los franceses quisieron hacer las cosas de manera diferente. El disco, en cuanto a producción (realizada por el mismísimo Joe), esta vez fue en un estudio propio; para concretarlo, los franceses se radicaron en Nueva York, específicamente en Queens, donde -con Mario como avanzada- construyeron el Silver Cord Studios, evitando presiones externas y congeniando un ambiente introspectivo, con el que finalmente saldrían a relucir otros elementos que se dieron de manera natural en las distintas sesiones de grabación. El trabajo fue arduo. Dos meses en que estuvieron construyendo el espacio, para que en Abril de 2015 ya todo estuviera listo para el proceso de registro. Sin embargo, ahí vino el golpe más fuerte. La madre de los Duplantier cayó enferma y, luego de un tiempo, no pudo más y lamentablemente falleció. El hecho afectó de tal manera a Joe y Mario, que decidieron postergar la grabación y dedicarse a girar por el mundo, llevando en las espaldas una tristeza que -tras varios meses- se vio reflejada en 10 canciones de un álbum sobrecogedoramente personal.

La honestidad de los temas se nota desde el primer momento. Casi 44 minutos en los que Gojira realiza una de las mejores interpretaciones en estudio de su trayectoria, protagonizados por un sentimiento inmanente y una ejecución soberbia. De hecho, las composiciones no se grabaron exactamente como estaban pensadas, sino que sufrieron cambios en el minuto que se ejecutaban, comandadas por los sentimientos de ese momento en particular.

Tampoco se trata de un álbum extenso, pues esta vez los franceses quisieron ir directo al grano, escudándose en que en la actualidad los oyentes no tienen mucho tiempo para discos de larga duración. Es cierto, pero también es verdad que la placa, más que ir dirigida al público, se interioriza en el mundo de los Duplantier, quienes esta vez privilegiaron sus propias sensaciones por sobre cualquier otro tema.

Otro de los puntos distintivos de “Magma” es la exploración de voces limpias, asunto que entrega diversidad a la discografía de los franceses que, pese al cambio, aun explotan su lado death metal en su instrumentalización. Aquí es donde brillan los riffs densos y a ratos sincopados, aunque también dan cabida a otros elementos más melódicos que entregan riqueza a una placa que se esmera por sonar distinta (por ejemplo con ‘Yellow Stone’ y ‘Liberation’), pero que también tiene guiños a los trabajos predecesores (tal es el caso de ‘Magma’, la canción, que en su inicio tiene bastante similitud a ‘L’Enfant Sauvage’, también la canción).

Este debe ser uno de los discos de Gojira más difíciles de digerir. Es tal el nivel de honestidad, que hay que darle varias vueltas para ir comprendiendo el sentimiento tras las canciones. Sin embargo, cuando se logra esa conexión es cuando se comienza a disfrutar el álbum de manera íntegra, descubriendo sus detalles y advirtiendo los nuevos elementos. Si este no es el mejor disco metal del año, al menos estará muy cerca de serlo.



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