martes, 16 de enero de 2018

CONGRESO - LA CANCIÓN QUE TE DEBÍA

¿Qué se le puede pedir a una banda con medio siglo de trayectoria? ¿A una agrupación que ni en la época más oscura de nuestra historia reciente paró de componer? ¿A un conjunto donde el canto valiente fue razón suficiente para poner en juego la vida? Esa banda está en los cimientos del rock chileno. 

De nombre conglomerante y solemne, Congreso suma nuevos colores y sonidos a su historia con su más reciente trabajo, “La canción que te debía”, un disco en donde la banda resuelve algunos temas pendientes, pero que, por sobre todo, mueve el tablero y los muestras más frescos, modernos y desprejuiciados que nunca. 

De inagotable inspiración, Congreso se pasea con libertad y holgura por distintas músicas. Desde un pop elegante que se mezcla con sonidos andinos en ‘Premio de consuelo’, hasta melodías que nunca antes habían explorado, como el tango en ‘Paris 2016’, una interpretación libre inspirado en la forma en que Alas, grupo de rock argentino de los 70, electrificó la música tradicional del Río de La Plata. Desde estas primeras canciones, se percibe además el aire fresco –y el descaro- con la que los oriundos de Quilpué regresaron en materia discográfica. En ese sentido, la casi inédita utilización de samplers (lo habían realizado primitivamente en los 80) le da un toque evidentemente actual a esas canciones.

El Congreso más tradicional se deja escuchar en ‘Canción por la paz’, ‘La canción que te debía’ –en homenaje a todos los hijos de los músicos de la banda-, y ‘El viaje’. Sonidos más calmos e introspectivos, y de fuerte ligazón con el jazz que tanto exploraron en épocas pasadas. En esta medianía del disco, también visitan otros sonidos latinoamericanos, como el vals o la baguala, en otro ejercicio de larga data en su ilustre trayectoria, y en donde no dudan en poner algo propio. 

Pero este es un disco atrevido, y de una visión artística integral. Y con riesgo, como debiera ser el arte. Y ahí aparece ‘Las sillas boca abajo’, con un Tilo González –principal compositor- totalmente desprejuiciado y sin miedo a involucrarse en sonidos más exploratorios, en donde prolijidad, ejecución y sentido pop se entienden por igual. Para cuando suena ‘A las Yeguas del Apocalipsis’, uno queda perplejo. La canción más potente de su repertorio (tal vez sólo igualada con ‘Heroína de Nueva York’). De genética rockera, aunque no tenga guitarra, es el bajo eléctrico de Federico Faure, lleno de efecto, el que hace gran parte de la canción. Lleva el ritmo mientras las percusiones le van dando cuerpo, y la inoxidable voz de Pancho Sazo le va haciendo justicia a través de su texto y su canto a aquel colectivo de choque que conformaron a final de los oscuros años ochenta Pedro Lemebel y Francisco Casas. Una canción que, en palabras del propio Tilo, también debían. Arte, resistencia y algo más.   

Hacia el final, ‘El regreso’ –con fuerte protagonismo de Jorge Atenas en el saxo-, y ‘Tiro de esquina’ las que dan el toque de gracia, donde la concepción de modernidad no pierde un segundo. Al final, ‘Con el corazón’, epilogo perfecto, en donde Tilo toca el cuatro, en una canción sencilla, casi silente. Y así, como si nada, pasan las quince canciones que forman “La Canción que te debía”, que como contó el excelso baterista en entrevista con Rockaxis, la idea es escucharlo a la antigua, de principio a fin.

Muchas formas hay de llegar a viejo, y en Congreso lo saben. Como su propia historia, el camino difícil es lo suyo. El reto. Los desafíos. Este nuevo disco es otro más en su carrera. Uno que adquiere carácter de hito, porque sin lugar a dudas se mete en lo más alto del podio de los mejores del año. Reconocimiento no menor para una banda que podría estar repasando su catálogo histórico y viviendo sin problema de sus glorias pasadas. Pero tal como hace 44 años, cuando decidieron quedarse en la patria para ser parte de la resistencia cultural en plena dictadura, hoy sin miedos se propusieron hacer un disco flamante, que saldara sus deudas pero que también le hiciera el peso a nuestros músicos jóvenes. 

Un álbum que le habla a los corruptos pero también al amor, a los hijos y a nuestros rebeldes olvidados, a los actores secundarios y los que salen borrosos en la foto. Y como dicen en la canción homónima, Congreso es “la canción eterna que dura hasta hoy”. Gabriela, hija de Tilo que inspiró esa frase, puede sentirse más que orgullosa. Nosotros ya lo estamos.



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