sábado, 31 de marzo de 2018

DAVID BYRNE - AMERICAN UTOPIA

David Byrne y Devo tienen muchas cosas en común: el carácter bizarro, esquivo, mitad futurista y mitad precario, y esa inevitable predisposición por lo apocalíptico, no en un afán fatalista, sino más bien reconfortante.

Tanto para Mothersbaugh como para Byrne, la humanidad estaba mejor viviendo épocas más simples, y la Tierra –por extensión- estaba mejor, incluso, sin nosotros. Por eso en ‘Nothing But Flowers’, uno de los emblemas de “Naked” (1988), el disco a menudo menospreciado que cerró la carrera de Talking Heads hace treinta años, el escocés torció ‘Big Yellow Taxi’ de Joni Mitchell –aquel paraíso pavimentado- para escribir una oda al triunfo de la naturaleza por sobre la civilización. Como consecuencia, la humanidad vagaba desamparada sin un 7-Eleven y un Pizza Hut en cada esquina. 

Aquí, “American Utopia”, el retorno de Byrne al plan solista tras 14 años dedicados especialmente a colaboraciones (incluyendo “Love This Giant” con St Vincent y “Here Lies Love” con Fatboy Slim y vocalistas de la talla de Tori Amos y Natalie Merchant), es parte de un proyecto más grande, llamado “Reasons To Be Cheerful”, enfocado en llenar de alegría un planeta convulsionado. Cinismo fuera, es su forma particular de darle sentido a un camino hacia la nada. Suena a una tarea ardua, pero lo cierto es que, aunque las apariencias sugieran otra cosa, la chaqueta no le queda nada de grande a Byrne.

De espíritu alienado, como viviendo en un bosque de fantasmas, y armado de su voz sempiternamente exacerbada, insufla vida a ésta criatura de amor, partiendo de bases rítmicas establecidas por su amigo Brian Eno y dejándose acompañar por Daniel Lopatin alias Oneohtrix Point Never, o Sampha. Intelectualmente provocativo en su afán, propone nuevos prismas y lugares de asombro, ya sea desde los ojos de un can (‘El Papa significa una mierda para un perro’, sugiere en el reggae futurista de ‘Everyday Is A Miracle’) o desde la perspectiva de una bala (‘Bullet’), desplegando el Universo como un paraíso colmado de mucho más que sólo edificios y comida.

Cargado de electrónica envolvente y contagiosa por partes iguales, con un cierto eco tanto de su espectacular “Feelings” -grabado junto a los hermanos Godfrey de Morcheeba hace dos décadas atrás, y donde Casale y Mothersbaugh hicieron un cameo- como del irresistible “Speaking In Tongues” de los Heads -evidente en la funky ‘It’s Not Dark Up Here’- Byrne deshumaniza el mundo no para hacer de él un lugar más frío, sino para dejar al descubierto nada más que flores. Es un mundo donde nada está mal, donde el carisma, el éxtasis y la melodía están al servicio de la magia. ‘Acá el sonido está organizado en cosas que generan un sentido’, resume en ‘Here’, la reflexión final.

Aunque vayamos creciendo hacia atrás, y en cualquier momento a Trump le dé por quemar abajo la Casa Blanca, Byrne sabe cómo funciona la música, y no es necesario hablar en lenguas para hacerse entender. En el single cargado de groove ‘Everybody’s Coming To My House’, lo aclara: “sólo somos turistas en esta vida. Sólo turistas, pero la vista es agradable”. Pues no se necesitan más razones para estar alegre, éste debe ser el lugar.



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