sábado, 31 de marzo de 2018

EL NUEVO PRESIDENTE DE PERÚ

Martín Vizcarra, un ingeniero de bajo perfil quien también fungía como embajador en Canadá y el primer vicepresidente de Perú, asumió el cargo presidencial después de la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski debido a un escándalo de corrupción.

La abrupta renuncia de Kuczynski el 21 de marzo, después de darse a conocer videos y grabaciones que implicaban a su abogado, un ministro y otros socios políticos en la supuesta compra de votos de congresistas de oposición a cambio de obras públicas, convulsionó a la nación andina, aunque no fue sorpresa para muchos peruanos. El mandatario estaba gravemente debilitado por un escándalo que se había desarrollado a lo largo de varios meses y había evitado por un estrecho margen un esfuerzo previo para destituirlo en diciembre.

El Congreso de Perú se reunió este viernes para debatir si aceptaba la renuncia de Kuczynski o procedía con un proceso de destitución formal. Finalmente, los legisladores votaron y aceptaron con 105 votos a favor, 11 en contra y 4 abstenciones la dimisión del mandatario.

Vizcarra, de 55 años, fue gobernador de su región natal, Moquegua, en el sur de Perú, la cual incluye partes de la costa desértica y los Andes, pero no buscó la reelección. En vez de eso, dos años después, se unió a la candidatura de Kuczynski como su primer vicepresidente. Durante la campaña, Kuczynski llamó a Vizcarra una de sus dos “pólizas de seguro” en caso de que muriera en el cargo.

Vizcarra también fue parte del primer gabinete de Kuczynski, como ministro de Transportes y Comunicaciones, pero fue obligado a renunciar después de que legisladores de oposición cuestionaron sus planes para un aeropuerto en Cusco, el destino turístico más importante de Perú. Después de su renuncia, fue designado embajador en Canadá.

El 22 de marzo, un juez peruano dijo que consideraría una solicitud para prohibir que Kuczynski abandonara Perú si el Congreso controlado por la oposición decidía aceptar la renuncia, lo que pondría fin a su inmunidad presidencial y lo haría vulnerable a enfrentar un proceso judicial.


Perú tiene una larga historia de presidentes involucrados en escándalos de corrupción.


Alberto Fujimori desvió decenas de millones de dólares en recursos del gobierno en la década de los noventa para comprar los favores de políticos y periodistas, y hasta hace poco estaba preso en Perú; Alejandro Toledo, fue acusado de recibir un soborno de 20 millones de dólares a principios de la década de los 2000 del gigante de la construcción Odebrecht, y Ollanta Humala y su esposa fueron puestos bajo prisión preventiva por acusaciones de lavado de dinero por 3 millones de dólares en dinero de Odebrecht para financiar su campaña presidencial en 2011.

Fue Fujimori quien, después de quejarse de que el Congreso no lo dejaba gobernar, ayudó a establecer el sistema político actual. Envió tanques para disolver el Congreso en 1992 y después elaboró una nueva Constitución que estableció un Congreso unicameral sin Senado.

“Un sistema de gobierno requiere pesos y contrapesos, y los perdimos con nuestra Constitución actual”, dijo César Landa, un abogado constitucionalista. “Tener una sola cámara en el Congreso no es parte de nuestra tradición democrática”.

En 2016, Kuczynski derrotó por un estrecho margen a la hija mayor de Fujimori, Keiko, pero el partido de derecha que ella lidera, Fuerza Popular, logró el dominio del Congreso. El partido del presidente ganó una pequeña minoría.

“Kuczynski estaba políticamente aislado y era virtualmente rehén de las exigencias del sector de Keiko Fujimori”, dijo Cynthia McClintock, una profesora de Ciencias Políticas en la Universidad George Washington.

El débil gobierno de Kuczynski puso a prueba los límites de las frágiles instituciones democráticas peruanas. Durante sus diecinueve meses en el cargo, el Congreso despidió u obligó a renunciar a tres ministros y, en determinado momento, forzó la renovación de todo el gabinete en una moción de no confianza; los legisladores también intentaron despedir al fiscal general y a cuatro jueces del Tribunal Constitucional. En dos ocasiones, acusó a Kuczynski de “incapacidad moral permanente” y cada vez organizó una votación para determinar su destino.

“Estamos regresando a la dictadura, pero desde el Congreso”, dijo este mes Mercedes Aráoz, quien fungió como presidenta del Consejo de Ministros.

Los enemigos de Kuczynski negaron que el Congreso haya abusado de sus poderes.

“Pienso que hemos fortalecido la democracia”, dijo Úrsula Letona, una legisladora de Fuerza Popular. “No hemos fracturado todo el gobierno, simplemente hemos pavimentado el camino para una transición presidencial ordenada y constitucional”.

Queda abierta la pregunta de si Vizcarra tendrá más espacio para gobernar. “Personalmente, estoy muy optimista”, dijo Carlos Tubino, también un congresista de Fuerza Popular.

Existen varias propuestas para reinstaurar el Senado, lo cual dificultaría que un solo grupo tuviera tanto poder legislativo. Pero sería una lucha difícil.

“La gente no quiere dos cámaras del Congreso porque significa gastos adicionales”, dijo Letona, quien dirige el comité del Congreso encargado de las enmiendas constitucionales. “Y no somos una rama del gobierno especialmente querida”.


El camino político de Kuczynski estaba íntimamente ligado con la familia Fujimori.


Kenji Fujimori, el hijo menor del expresidente, se enfrentó abiertamente a su hermana mayor, Keiko, y dio cierto respaldo a Kuczynski. Kenji se separó de Fuerza Popular en diciembre pasado junto con otros nueve diputados, que se abstuvieron en el voto de destitución de Kuczynski y con eso evitaron que fuera removido del cargo. Poco tiempo después, el entonces presidente otorgó un indulto por razones médicas a Alberto Fujimori y este salió de prisión, donde cumplía una condena por delitos de lesa humanidad. Kuczynski llevó a Kenji y a por lo menos tres legisladores de esa nueva facción a sus viajes a bordo del avión presidencial.

Este mes, ante el segundo intento de destitución en su contra, Kuczynski de nuevo buscó el apoyo de Kenji. “Sin duda me va a apoyar”, dijo al periódico local Trome.

Y fue cuando resurgieron las antiguas tácticas estilo Fujimori.

Un aliado de Keiko buscó reunirse con Kenji y sus aliados, aduciendo que consideraba cambiar de bando para respaldar al presidente. Sin avisarle, grabó a Kenji con sus asistentes cuando este presumía que aquellos que apoyaban a Kuczynski conseguían beneficios a cambio.

El partido de Keiko difundió los videos el martes, con lo que dio un golpe final a Kuczynski y posiblemente terminó con las aspiraciones políticas de su propio hermano. El Congreso ahora analiza desaforar a Kenji y a otros legisladores que aparecen en los videos.

La extorsión y la vigilancia secreta recordaron a las tácticas usadas por el principal asesor de Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, un exespía que grabó cientos de encuentros en los cuales entregó sobornos. Fue uno de los llamados vladivideos el que apuntaló la caída de Fujimori en 2000.


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