sábado, 2 de junio de 2018

JIMINELSON - VALLE DE ORO

Es interesante el recorrido que propone Jiminelson en su quinto disco. "Valle de oro" parte retomando lo hecho por Gustavo León en su entrega anterior, "Supreme" (2013), pero al final se aleja tanto de ahí que incluso se torna irreconocible. 

Hasta ahora, el proyecto iniciado el año 2004 había pulido su impronta distanciándose del rocanrol crudo de sus inicios para asociarse con la fastuosidad de un estilo más reposado y cercano al soul. Era una evolución atractiva de por sí, y ahora más todavía porque los últimos dos temas del álbum dejan abierta la posibilidad de expandirse hacia el rap, un giro que nadie hubiese esperado de un tipo que sacó su debut en el sello de Fiskales Ad-Hok. Lo mejor es que su partner es el mismísimo Fatlip, uno de los MC's del legendario grupo The Pharcyde, con el que grabó en Estados Unidos. En otras palabras, de tan buscavida, León se transformó en la conexión chilena más directa con J Dilla, el segundo grado de separación entre el autor del clásico "Donuts" y Álvaro España.

Los temas con Fatlip son, a la vez, bastante distintos entre sí. El primero, 'The Reason', se adecua a la sonoridad del resto de "Valle de oro", es más orgánico e incluye una cita a 'In the Air Tonight' de Phil Collins, un himno de la sonoridad adulta que Jiminelson empezó a cultivar a partir de "Serendipity vol. 1" (2011). El otro en cambio, 'Crackalackin', es cien por ciento nostalgia rapper, una evocación de los noventas, la Costa Oeste y su calor. Si bien ninguno de los dos es particularmente espectacular, su valía reside en el atrevimiento para salir de lo esperable, algo que León viene haciendo desde que se le ocurrió incorporar mariachis en 'El delincuente' hace casi diez años. La adición de toques hip hop matiza un disco en el que Jiminelson parece actuar como nunca dentro de parámetros que le son muy cómodos. Su existencia es vital para seguir avanzando y no estancarse, pese a que la materia ya dominada es la carne de "Valle de oro", que sería un trabajo continuista si no fuese por las salidas de libreto que lo rematan.

El grueso convencional del álbum es inaugurado por un tema, 'Agua quieta corre profunda', que con un par de revoluciones menos podría andar cerca de 'True' de Spandau Ballet gracias a su romanticismo negroide. "Hay tanta poesía y se dice tanto, que hay que hacer más", canta León en el tema titular, melódicamente similar al Gepe previo a la exposición masiva, para luego añadir una frase cursi ("todo lo resuelve una mirada") e incluso así salirse con la suya. La porción más grande de "Valle de oro" se mueve en márgenes similares. 

Son canciones que buscan seducir, que suenan literalmente lujosas porque evocan placeres ostentosos, camisas Polo, cruceros por el Caribe, abundancia. Destaca la delicadeza en la delicadeza instrumental y la perfección de sus formas, aunque junto al clasicismo también hay comentarios acerca de la naturaleza cíclica de las cosas ('Cada uno por su lado') o el destino de lo que nunca exteriorizamos ('El viento sopla'). Tanto en la faceta que consolida como en la que deja abierta, Jiminelson deja establecido en su nuevo disco que seguirá siendo un discrepante en el panorama nacional. "Valle de oro" acentúa sus diferencias con el promedio y refuerza la noción de que lo único que necesita Gustavo León es un golpe de suerte en el extranjero. Una vez que llegue, tiene herramientas de sobra para afirmarse y sobresalir.



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