viernes, 21 de septiembre de 2018

LA MATANZA DE SAN GREGORIO

La matanza de trabajadores de la Oficina salitrera San Gregorio, ubicada en el cantón de Aguas Blancas, al interior de Antofagasta, ocurrió los días 3 y 4 de Febrero de 1921, durante el primer gobierno del Presidente Arturo Alessandri Palma (1920-1925). Se dio en el contexto de la crisis del salitre y del cierre de oficinas salitreras, ante lo cual los obreros exigían el pago de desahucio.

La producción de salitre, que desde décadas se exportaba a Europa como fertilizante para mejorar el rendimiento de los cultivos agrícolas destinados a la alimentación de sus inmensas poblaciones en constante crecimiento, había tenido su auge entre los inicios de la segunda mitad del siglo XIX y fines de la primera década del siglo XX.

El inicio de la Ia Guerra Mundial en 1914, trajo graves consecuencias a la economía chilena. Los barcos que exportaban el salitre eran de propiedad de los países en conflicto y las rutas marítimas se habían vuelto demasiado vulnerables, por lo que el transporte se hizo escaso. Alemania, el principal comprador de salitre chileno, estaba sometida a bloqueo marítimo y terrestre por los aliados. A pesar que entre 1916 y 1917 las exportaciones subieron bruscamente con el uso del salitre en la fabricación de explosivos para la guerra, lo que provocó un alza temporal de su precio, al finalizar ésta el consumo y el precio del salitre disminuyeron.

Por otra parte, durante la guerra, Alemania desarrolló el salitre sintético, y a menor costo, lo que significó la decadencia del nitrato natural. Chile se vio obligado a disminuir su producción y en pocos años se inició el cierre paulatino de las salitreras. De las 134 oficinas que entonces funcionaban 91 paralizaron sus actividades. Esto generó gran cesantía y una profunda crisis social.

En las oficinas salitreras que continuaban trabajando, los empresarios recurrían a los despidos y rebajas de salarios, sumándose a estas prácticas la negativa a pagar desahucio a los trabajadores despedidos.

Luis Emilio Recabarren y otros dirigentes de la Federación Obrera de Chile (FOCH) recorrían la pampa organizando a los trabajadores, llamando a la resistencia y el no abandono de las Oficinas mientras no se pagara el desahucio.

A mediados de Enero de 1921 la firma Gibbs y Cía. avisó a los trabajadores, por medio de Daniel Jones López, Administrador de la Oficina San Gregorio, que la paralización se haría en los primeros días de Febrero. Los trabajadores exigieron el pago de sus desahucios, pero en opinión de los empresarios ingleses no correspondía, porque según ellos, estaban dando con 15 días antes el aviso de los despidos.

El Intendente de Antofagasta, Luciano Hiriart Corvalán (*), prevenido por la Casa Gibbs del ambiente de resistencia que existía en la Oficina, comunicó a fines de Enero al Presidente de la República Arturo Alessandri Palma, esta situación. El Presidente optó por dejar en manos de su Intendente las medidas a tomar.

A fines de Enero, el Intendente Hiriart había enviado a San Gregorio a un grupo de cinco carabineros, para mantener el orden en la Oficina, al mando del Tte. Lisandro Gaínza. Como la tensión continuaba, decidió reforzarlo con un pelotón de veinte soldados al mando del Tte. Buenaventura Argandoña, del Regimiento Esmeralda de Antofagasta, que llegó a San Gregorio el 3 de Febrero.

A las 5 de la mañana, el Tte. Argandoña con su tropa recorrió el campamento avisando que un tren conduciría a los obreros y sus familias a Antofagasta. Esto encontró la tenaz oposición de Luis Alberto Ramos Bustamante, miembro del Sub-consejo de la FOCH en San Gregorio. Sólo algunos empleados y sus familias aceptaron ser trasladados a Antofagasta.

A las 3 de la tarde comenzaron a llegar grupos de obreros portando banderas rojas procedentes de varias oficinas del cantón para prestar ayuda a sus compañeros, reuniéndose en total cerca de 1.300 obreros. Estas columnas se reunieron en la plaza donde se realizó una concentración para escuchar a los dirigentes que reclamaron la cancelación del desahucio y reafirmaron la decisión de no abandonar la Oficina mientras la Casa Gibbs no se comprometiera a pagar.

Alrededor de las 5 de la tarde una numerosa columna encabezada por los dirigentes de la huelga, seguidos por las mujeres, los niños y los trabajadores, se dirigió a la Administración. Los dirigentes pidieron hablar con Jones para entregarle un petitorio. El Administrador se hizo acompañar por los Ttes. Argandoña y Gaínza. Como los manifestantes seguían avanzando, Argandoña les ordenó no atravesar la línea férrea que cruzaba el lugar, lo que no fue acatado. Los manifestantes formaron un semicírculo para entrevistarse con Jones. Reclamaron la cancelación del desahucio. Jones dijo que aceptaba pagarlo pero no en la Oficina sino en Antofagasta. La reacción de los obreros fue rechazar esta oferta. No confiaban en la Casa Gibbs. En ese instante comenzaron los disturbios.

De acuerdo a la declaración que hiciera posteriormente el Sgto. 2° Juan Reyes, el Tte. Argandoña dio la orden de disparar contra los manifestantes, los que se desbandaron hacia el campamento. Los más decididos enfrentaron a la tropa con algunas armas de fuego. Argandoña fue levemente herido en la mano izquierda y se refugió en la oficina de contabilidad, disparando desde una de las ventanas. Los ánimos de los obreros se enardecieron al ver caídos a muchos de sus compañeros y, tras derribar la puerta de la oficina de contabilidad, se abalanzaron sobre Argandoña y lo sacaron a la fuerza, ultimándolo frente a la pulpería.

El Tte. de Carabineros Lisandro Gaínza, tomó su caballo y huyó desesperado por la pampa. El Administrador Jones, que había arrancado hacia el campamento, fue reducido por los obreros recibiendo numerosos golpes y heridas de arma blanca, algunas muy graves, que le afectaron un pulmón y le provocaron una intensa hemorragia.

Los militares y carabineros, al mando del Sgto. Juan Reyes, se atrincheraron tras las paredes del cuartel y aprovechando la noche se retiraron a caballo a una población vecina. Después de horas de infructuosa persecución los obreros decidieron volver al campamento, por lo que los fugitivos pudieron llegar sin problemas a las 9 de la mañana del 4 de Febrero a Laguna Seca, donde supieron que un Mayor, de apellido Rodríguez, se dirigía con refuerzos a San Gregorio.

En tanto, en San Gregorio los obreros dirigidos por Luis Alberto Ramos se encargaron de restablecer el orden, se hicieron cargo de la farmacia y de la pulpería, con el objeto de distribuir medicinas y alimentos. En ausencia de Rodolfo Barrow, médico de la Oficina, el practicante Pedro Rivas se dedicó a curar a los heridos. A las cuatro de la mañana llegó el doctor Barrow, quien verificó que el pulso de Jones era cada vez más lento. Antes de las 9 de la mañana los trabajadores de las otras Oficinas regresaron a sus hogares, por lo que cuando llegaron los primeros refuerzos de tropas al mando del Mayor Rodríguez sólo encontraron a los pobladores de la Oficina San Gregorio.

Con la orden de vengar al teniente Argandoña, la tropa penetró a la sala donde estaban los heridos y a culatazos destrozaron las cabezas de los que ahí eran atendidos. Luego entraron en el campamento dedicándose a capturar obreros. Los asesinatos cometidos en ese día fueron casi el doble de los que hubo en el día anterior durante la refriega.

El resultado de la tragedia fue de 65 obreros muertos y más de 39 heridos. Entre los militares murieron el Tte. Argandoña, el Cabo Faúndez y el Soldado Juan Vera. También falleció Daniel Jones López el Administrador de la Oficina, mientras era trasladado a Antofagasta.

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