La reaparición y despedida pública del subcomandante Marcos marca el fin de una época en la lucha zapatista. Durante poco más de 20 años el personaje ha sido un actor central de la escena pública nacional. A un tiempo querido y odiado, admirado y vilipendiado, su paso por la política mexicana ha provocado las más enconadas pasiones. Hoy, ese protagonismo llega a su fin. Por su voz no hablará más el EZLN.
A lo largo de estas dos décadas el vocero rebelde ha sido la figura política de la izquierda nacional más reconocida fuera del país. Sus escritos han sido traducidos a las más diversas lenguas. A las convocatorias que el zapatismo ha hecho se adhieren algunos de los más influyentes intelectuales progresistas del mundo. Cada año, miles de jóvenes provenientes de los más diversos países visitan las comunidades en rebeldía en Chiapas. No son pocos los altermundistas que se asumen como zapatistas.
En el comunicado Entre la luz y la sombra, en el que anuncia su despedida, elsubcomandante Marcos afirma ser un holograma cambiante y a modo, una botarga, un distractor, un personaje. Fue una creación que hoy llega a su fin. Su existencia todos estos años –nos dice– fue una gran maniobra para dar tiempo a que el proyecto de vida de las comunidades indígenas floreciera.
Se trata de una creación de los pueblos indios; de un proyecto de autonomía que no es ni electoral ni armado. Un proyecto en el que se avanzó en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos. Un proyecto en el que, en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo. Un proyecto que renuncia al vanguardismo revolucionario y lo sustituye por el mandar obedeciendo; que promueve la construcción de poder desde abajo, la abolición de la política profesional, la participación plena de las mujeres y la celebración de la diferencia.
Hoy, en el tablero de la política zapatista hay un juego nuevo. Entre la luz y la sombrarecuerda, como lo anunciaron en los días previos a la difusión de la Sexta declaración de la selva Lacandona y la otra campaña, que aún falta lo que falta, es decir, que el partido de futbol suspendido por un gol ilegítimo contra los zapatistas se reinicia.
La metáfora deportiva proviene del EZLN. En una carta dirigida a Massimo Moratti, presidente del FC Internazionale de Milán, poco antes de la proclamación de la Sexta, los rebeldes explicaron el significado del falta lo que falta, en la “Posdata: con tono y volumen de cronista deportivo. El sup, usando la técnica del uruguayo Obdulio Varela en la final contra Brasil (Mundial de futbol, estadio Maracaná, Río de Janeiro, 16 de julio 1950), con el balón en la mano ha caminado como en cámara lenta (a partir de mayo de 2001) desde la portería zapatista. Luego de reclamar al árbitro la ilegitimidad del gol recibido, pone el esférico en el centro de la cancha. Voltea a ver a sus compañeros e intercambian miradas y silencios. Con el marcador, las apuestas y el sistema entero en contra, nadie tiene esperanzas en los zapatistas. Empieza a llover. En un reloj son casi las seis. Todo parece estar listo para que se reanude el encuentro...”
Ese partido que ahora se reinicia tiene al subcomandante Moisés –un mando indígena– y a una nueva generación de combatientes al frente. Su ruta es la de la Sexta declaración,a la que se considera la más audaz y la más zapatista de las iniciativas que hemos lanzado hasta ahora, la que les ha permitido encontrar a sus actuales compañeros de viaje. Es, pues, un encuentro que se va a disputar abajo y a la izquierda, en la cancha del anticapitalismo y la crítica radical a los partidos políticos (y de los medios de comunicación comerciales, a los que se define despectivamente como de paga).
La desaparición del personaje Marcos –nos dice él– no es producto ni de sus males físicos ni de su muerte. Las noticias que circularon sobre sus graves afecciones y su fallecimiento fueron rumores alentados porque así convenía. Su enfermedad terminal fue el último gran truco de holograma. En hora buena que así sea, y que el personaje detrás del personaje, el de los ojos azules, verdes, marrones, miel o negros, goce de cabal salud.
El truco fue exitoso. Nos engañó a muchos. Por lo menos generó inquietudes. También pesar. Sin embargo, no se debe menospreciar –a riesgo de cometer una gran injusticia– que la reacción de muchas personas fue de una gran y genuina preocupación por la salud de Marcos. Muchos hicieron votos por su pronto restablecimiento; no faltaron ofrecimientos de ayuda desinteresados. Mal se haría en desestimar esa oleada de solidaridad.
El asesinato de José Luis Solís, Galeano, no puede verse al margen de las agresiones al movimiento social. Es un grave aviso de lo que se quiere hacer contra los zapatistas. El gobierno dividió a las policías comunitarias de Guerrero, encarceló a varios de sus dirigentes y amaga con desarmarlas. En Michoacán domesticó y fragmentó a las autodefensas, y amenazó encarcelar a su líderes disidentes. ¿Por qué va el Estado a permitir al EZLN que mantenga su proyecto autónomo y siga armado?
La masiva y enérgica movilización luctuosa de los rebeldes de este fin de semana es no sólo expresión de su rabia, dolor y anhelo de justicia, sino también, una respuesta preventiva a la tentación de Los Pinos de recuperar en Chiapas facultades que considera exclusivas. Es un aviso de lo que el Estado enfrentará si sigue por la ruta de la confrontación.
La desaparición pública del subcomandante Marcos, su muerte ritual y su transformación en el subcomandante Galeano, son un homenaje conmovedor a su compañero asesinado por los paramilitares de la CIOAC-H como parte de la guerra del Estado contra el zapatismo y los pueblos indios. Frente a una izquierda que vergonzosamente ha condenado al olvido a sus muertos y desaparecidos, los rebeldes burlan a la muerte haciendo vivir la memoria de su difunto. Como toda ceremonia del adiós verdadera, ésta es también un compromiso por la vida.