El año 2004, en el sector El Castillo de La Pintana, nació Bullalbos, un club de fútbol que unió a miembros de la barra de Colo Colo y Universidad de Chile. La idea era terminar con la violencia que se generaba por la rivalidad de estos equipos. Actualmente tienen una escuela de fútbol que reúne a 130 niños.
Era día de partidos de fútbol en el sector El Castillo, Flavio Heber Ruiz miembro del club Nueva Patagonia, observaba atento a un borde de la cancha cuando se percató de dos niños que estaban abrazados. Uno tenía la camiseta blanca de Colo Colo y el otro una azul de la Universidad de Chile. Esa imagen bastó para que Flavio decidiera fundar un club que reuniera a los hinchas de estos equipos. El nombre apareció rápido, como un chispazo: Bullalbo, una fusión entre “bulla”, palabra usada para referirse a la hinchada y al equipo de la U y “albo”, como se conoce a Colo Colo por el color de su camiseta.
Días antes, Flavio había tenido que intervenir en una riña que se originó entre hinchas de ambas barras. Cansado de las peleas, se dio cuenta que los barristas se podían unir bajo un mismo escudo. “Bullalbo nació de la inquietud de frenar la violencia más que nada, vi que habían dos niños amigos que a veces se tenían que enfrentar entre ellos”, cuenta Ruiz, fundador del club Bullalbo el año 2004.
Hoy el equipo usa los colores de las dos escuadras profesionales. Su escudo es la unión de los emblemas de Colo y Colo y Universidad de Chile. Una parte muestra la cara del indio y la otra es la mitad de un chuncho.
La violencia del fútbol se soluciona con fútbol
El sector El Castillo se ubica en La Pintana. Se le conoce como “la isla”, por lo aislado que está, sobre todo después de la construcción del acceso sur a Santiago, una carretera rodeada de muros de concreto que dejó aún más separado a El Castillo del resto de la comuna. Si bien existe una ciclovía, es difícil poder utilizarla ya que se depositan escombros en ella. Aun así, la gente es alegre, se conocen entre todos y se saludan cariñosamente cuando se encuentran en las calles.
El ambiente no era así antes de la fundación de Bullalbo. Era normal que en los días que jugaba Colo Colo contra la Universidad de Chile, los barristas del sector se enfrentarán a combos, piedrazos, puñaladas e incluso balazos. Según Flavio hay un concepto errado respecto de lo que se considera valiente o “choro”: “Acá en Chile se cambiaron los roles. Acá choro es el que roba, choro es el que es narco, choro es el que pasa a llevar a los demás. ¡Para mí choro es el que se levanta todos los días a trabajar a las cuatro de la mañana!”
Para Flavio lo que más lo motivó a crear Bullalbo fue la violencia. Quería que se dejaran de quemar camisetas y banderas, pero sobre todo quería, como dice él, “dejar de llorar a los muertos que siempre eran amigos, hermanitos de uno y otro equipo. Quería terminar con las balaceras entre las barras en mi lindo Castillo”.
“Ha cambiado la población un 100%. No hay matanzas, no hay riñas. Ahora vemos los clásicos todos juntos por la tele”, dice Teófilo Kramer, presidente del club. Uno de los temas que más preocupaba era la cantidad de niños que eran víctimas de la violencia generada por la rivalidad entre equipos. “Si antes, por ejemplo, morían cinco niños en un año -por poner un número- a causa de los enfrentamientos entre las barras, ahora cada cinco años muere un niño pero no es por las barras”, señala Flavio.
Hoy, cuando Flavio camina por las calles de El Castillo, lugar en el que vive desde hace 30 años, a veces se encuentra con jóvenes que discuten airadamente por sus equipos. Antes de que las cosas se tornen violentas, Flavio los encara recordándoles que ambos son del Bullalbo, lo que los hace entrar en razón inmediatamente. “Yo no voy a ir a agredir a una persona porque piensa de otra manera. Mi manera de agredirlo es confrontándolo, poniéndole en la mesa mis puntos de vista y escuchando los suyos, no con una pistola”, asegura Flavio.
Pese a que al comienzo alguna gente, la mayoría hinchas, se quejó por el hecho de ver el escudo de su equipo pegado al de su archirrival, la gran mayoría celebró la idea. Cuando se paraban en la cancha los jugadores de equipos rivales miraban la indumentaria de Bullalbo extrañados y asombrados. Flavio asegura que nunca han recibido amenazas ni nada por el estilo, de hecho le llegan felicitaciones constantemente por la iniciativa.
Educar a través del fútbol
La escuela de fútbol Bullalbo hoy reúne a 130 niños y niñas desde los seis años. La mayoría son de El Castillo, pero también hay varios que vienen de otras comunas. Entrenan de lunes a viernes bajo el mando de profesores del Instituto Nacional de Deportes (IND) y otros que venían de clubes profesionales. Tanta es la motivación de los niños que cada vez que ven a Teófilo en las calles le preguntan a qué hora van a jugar a la pelota. Incluso van hasta su casa para saber dónde van a entrenar.
Pero en Bullalbo no todo es futbol. La parte académica es también muy importante. De hecho todos los que participan de la escuela deben llevar sus notas para ver el rendimiento escolar. Si hay bajas calificaciones, son castigados sin poder jugar partidos o asistir a algunos entrenamientos. Según Teófilo, no poder ir a la escuela es el peor castigo para los niños. “Aquí todos quieren jugar, se me llena la cancha”, agrega.
Todos los sábados los niños participan de distintas clases de reforzamiento escolar. Teófilo se encarga de preguntarle a cada niño como le está yendo en el liceo y así saber que materias les complican más para que tengan clases. Los profesores son voluntarios que vienen semana a semana a ayudarlos. El próximo objetivo es tener psicólogos para cooperar con los alumnos de la escuela en otros problemas que puedan tener.
También existe una preocupación por educar a los niños en su trato con el resto. Tratan de inculcarles el respeto por los compañeros y también por los rivales. Si dicen garabatos durante los partidos o entrenamientos, son inmediatamente expulsados. De hecho, según Teófilo lo que más sorprendió al profesor del IND, en sus primeros días trabajando con los jóvenes, fue que no decían garabatos y se trataban de forma muy respetuosa.
La preocupación para Teófilo es que por ahora la escuela de fútbol está financiada por el gobierno regional. Sin embargo, el proyecto se acaba a final de año y no saben cómo seguirán el 2014. “Para mantener una escuela de fútbol hay que pagarle a profesores, hay que tenerle colación a los niños, una bebida a los niños y no tenemos como financiarnos”, cuenta el presidente de Bullalbo.
Los frutos de la escuela están a la vista. Tienen niños jugando en las inferiores de Colo Colo y Universidad Católica. Vienen veedores de equipos de primera división a buscar talentos y los han encontrado. “Aquí, desgraciadamente, en casi todas las esquinas venden algo para la mente, entonces nosotros hacemos la escuela de futbol para que los niños no estén en las esquinas. Que estén sudando de fútbol nada más”, dice Teófilo.
Los sueños de Bullalbo
Con cerca de diez años de vida, Bullalbo tiene la pretensión de ser aún más importante. Saben del ejemplo que entregan al país, han sido contactados por la intendencia para llevar su ejemplo a otras comunas. También los han llamado dirigente vecinales que tienen problemas similares a los que había en El Castillo y quieren crear una filial de Bullalbo en sus barrios.
“El proyecto de nosotros es tratar de consolidar el club, de que tenga su estadio, su cancha de entrenamiento. Copiar lo que hacen los clubes de segunda y primera división pero en menor escala. Si aquí de las poblaciones salen los tipos que son campeones del mundo. Si Pelé y Maradona no nacieron en cunas de oro”, dice Flavio convencido. El sueño del fundador es que Bullalbo algún día sea como el Manchester United y demostrar que para ser grandes no se necesita dinero si no que inteligencia y respeto, sobre todo respeto.
Este año el equipo no ha jugado campeonatos, se han dedicado a la escuela de fútbol y a organizar el club. Además realizan distintas actividades para recaudar fondos o reunir dinero que va a beneficio. Sin embargo ya los han llamado para jugar campeonatos en La Florida y otro de la Asociación Nacional de Fútbol Amateur.
“La mayoría de la gente no quiere enfrentamientos, quiere unirse para poder sacar una familia adelante y en mi caso a una población”, concluye Flavio.
¿Qué te pareció el club Bullalbos? ¿Crees que es una solución para la violencia que rodea al fútbol?